Foto: Reuters Tras el anuncio del compromiso con ACNUR, empezaron a llegar críticas de los partidos de derechas, incluido el de Netanyahu, el Likud  

JERUSALÉN.- El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, anunció hoy la suspensión del acuerdo con el ACNUR alcanzado para frenar la deportación de decenas de miles de inmigrantes africanos, que había presentado en rueda de prensa horas antes, tras recibir presiones de la derecha.

“Mañana por la mañana me reuniré con el ministro de Interior, Aryeh Deri, y con representantes de los residentes (del sur de Tel Aviv, que acoge a miles de inmigrantes). Mientras tanto, suspendo la implementación del acuerdo y después de encontrarme con los residentes lo reconsideraré”, aseguró en su cuenta de Facebook.

El mensaje, que comenzaba con la frase “Queridos amigos, estoy más atento a vosotros que nunca”, tiene lugar siete horas después de anunciar en una rueda de prensa el acuerdo con el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) por el cual 16.250 inmigrantes serían trasladados a países occidentales e Israel absorbería a otros 16.000.

“En los últimos dos años he tratado con Ruanda para que fuese un tercer país que reciba a los infiltrados, la única forma legal que tenemos de sacarlos sin su consentimiento, después de que el resto de planes fuesen descalificados. Ruanda accedió a ello y empezamos el plan de deportación”, explica Netanyahu en Facebook.

Sin embargo, en las ultimas semanas, añade, una presión tremenda sobre el gobierno de Kigali, entre otros de Europa, Ruanda se echó atrás.

“En esta situación, decidí lograr un nuevo acuerdo“, explica, pero asegura haber cambiado de opinión porque “escucha” a la gente, especialmente a la del sur de Tel Aviv.

La población de estos barrios ha protestado con dureza de la presencia de miles de inmigrantes desde hace años.

En enero, Israel anunció el plan de deportación masiva que se aplicaría a 32.000 de los 38.000 inmigrantes africanos que se calcula que hay, la mayoría eritreos y sudaneses, excluyendo a 6.000 menores y a progenitores con hijos a su cargo.

En febrero se empezó a entregar las órdenes de deportación.

El plan fue objeto de rechazo social, con manifestaciones multitudinarias en contra, pilotos de aerolíneas que se negaron a conducir los aviones con los deportados y supervivientes del Holocausto, rabinos, académicos, escritores y médicos que escribieron cartas solidarizándose con los inmigrantes.

El anuncio del compromiso con ACNUR de esta tarde incluía la promesa de un “plan de rehabilitación” para el sur de Tel Aviv y de “una distribución geográfica más equilibrada de las poblaciones que permanecerán en Israel”.

Pero tras este empezaron a llegar críticas de los partidos de derechas, incluido el de Netanyahu, el Likud.

“Dar estatus a 16.000 infiltrados en Israel convertirá al país en el paraíso para los infiltrados y constituye una rendición”, dijo el ministro de Educación y socio principal de la coalición de gobierno, Naftali Benet, que reclamó que se implemente el plan original y que “los refugiados de lugares peligrosos, que sean absorbidos por Israel, los infiltrados para trabajar, que sean devueltos”.

Para Benet, el acuerdo con ACNUR “envía un mensaje peligroso a todo el mundo: quien se infiltre con éxito en Israel, gana como premio la residencia aquí o en un estado occidental”.

Tras la suspensión del acuerdo Benet felicitó a Netayahu y le instó a cancelarlo definitivamente: “Retrasar el plan no es suficiente. Debemos avanzar hacia uno nuevo que aleje a los infiltrados de Israel. Israel no es la oficina de empleo del mundo”.

DPC