Con la exhibición de 426 piezas y el apoyo de las nuevas tecnologías, el Museo de Arqueología Subacuática, con sede en el reducto San José El Alto, Campeche, materializa más de 30 años del desarrollo de esta disciplina en México.

 

En sus más de 600 metros cuadrados,  el recinto ofrecerá a sus visitantes un dilatado viaje en el tiempo y lo sumergirá en las profundidades del mar y las aguas continentales de México, donde  yacen vestigios y tesoros que son materia de estudio dado el conocimiento que brindan sobre las sociedades de otras épocas.

 

La Secretaría de Cultura, a través del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), y el Gobierno del Estado de Campeche unieron esfuerzos para que en sólo seis meses, el Museo de Barcos y Armas diera paso a este nuevo recinto.

 

Con una inversión cercana a los 15 millones de pesos por parte del gobierno estatal y otros cinco millones aportados por el INAH, se emprendió el trabajo museográfico de este espacio con un sólido guión científico, a cargo de la Coordinación Nacional de Museos y Exposiciones del INAH.

 

Bajo la curaduría de la arqueóloga Helena Barba Meinecke, especialista de la Subdirección de Arqueología Subacuática (SAS) del INAH, la travesía incluye la exhibición de  426 piezas, principalmente prehispánicas, varias de más de mil 800 años de antigüedad, y coloniales, incluida una colección de esmeraldas descubierta recientemente en un naufragio ubicado en el arrecife Alacranes, considerado el más importante en su tipo fuera de Colombia.

 

Roberto Junco, subdirector de Arqueología Subacuática del INAH y quien coordinó la exploración en campo de ese contexto, destaca que es la primera ocasión en que arqueólogos subacuáticos han registrado y recuperado un cargamento de esta naturaleza.

 

La primera sala -de las seis que integra la propuesta museográfica- es una introducción a los contextos que comprende la arqueología subacuática: ríos, lagos, lagunas, manantiales, cenotes y cuevas inundadas, donde quedaron encapsulados testimonios de otros tiempos que sólo deben ser registrados y en algunos casos recuperados por expertos.

 

Esta labor coadyuvante incluye a los informantes de los sitios que suelen ser pescadores, buceadores profesionales, arqueólogos subacuáticos, restauradores e historiadores. La siguiente sección hace referencia a los restos de megafauna descubiertos en cuevas inundadas de la península de Yucatán. El público se encontrará frente a frente con la americana más antigua hallada hasta el momento.

 

Sin duda, éste será uno de los espacios más atractivos para los visitantes, pues se trata de una “sala de inmersión” que permite una simulación sumamente realista de cómo la combinación de alta precipitación pluvial, temperatura, cubierta vegetal y una mezcla de agua dulce y salada depositada en el interior de la planicie kárstica dio lugar a la formación de cenotes y sistemas de cuevas de la península de Yucatán, donde pueden encontrarse materiales prehistóricos, prehispánicos y coloniales.

 

En la Sala 3, dedicada a la época prehispánica, se exhiben piezas que fueron depositadas por los mayas dentro de cenotes, por ejemplo una vasija chocolatera extraída del cenote San Manuel, y otras recuperadas en ambientes costeros, como es la Isla de Jaina, en el vecino estado de Campeche.

 

Mientras que en la Sala 4, destinada al siglo XVI, se ambienta la forma en que yacen piezas de ese periodo en el lecho marino, y exhibe algunas que son todo un emblema para los campechanos como el cañón denominado media culebrina, el más antiguo de su tipo (1552).

 

El paseo continuará con  devenir de los siglos XVII y XVIII, periodo en el que el trasiego intercontinental dio varias de sus presas al océano Atlántico, de ahí que está dedicada en buena medida a mostrar parte del rico cargamento de joyas, principalmente esmeraldas, con que iba cargada una embarcación que naufragó en el conjunto de pequeñas islas localizadas en el Golfo de México.

 

El recorrido concluye con la historia de otros naufragios ocurridos en los últimos dos siglos, XIX y XX, y pone énfasis en la protección del patrimonio sumergido, pues su principal amenaza son los buscadores de tesoros quienes sólo desean lucrar con los cargamentos. Es responsabilidad de todos mantener el equilibrio natural de estos sitios.

 

En ese sentido, el museo cuenta con cédulas en braille, vídeos traducidos en lengua de señas mexicano y reproducciones de piezas, rampas de acceso, entre otros elementos, que facilitan su visita por parte de personas con discapacidad visual, auditiva y motriz.

 

DCA