Francia llevará al próximo Mundial a la selección más cara de la historia: los 180 millones de euros a ser pagados por Kylian Mbappé, más los 145 en que podría terminar el precio de Ousmane Dembélé, más los 115 abonados a cambio de Paul Pogba, más los 100 de cláusula de rescisión que sin problemas exigirá el Atlético por Antoine Griezmann, más los 90 que Arsenal y Liverpool ya ofrecieron por Thomas Lemar, más otras nada pequeñas pequeñeces: 65 por Anthony Martial, 57 por Benjamin Mendy, 54 por Alexandre Lacazette, 45 por Tiemoue Bakayoko, 36 por N´Golo Kanté.

 

Una alineación gala superior a los 750 millones de euros podría brincar a la cancha en Rusia 2018 –y no en términos de valoración, que eso siempre resulta relativo, sino en cantidades ya depositadas en traspasos por integrantes de su oncena titular: la única forma de asegurar que alguien cuesta determinada cifra, es habiendo sido pagada con todos sus centavos.

 

¿Eso convierte a Francia en el rival a vencer o favorito al título? Me temo que ni por mucho…, o no, al menos, mientras que algunos de sus niños cracks (Mbappé, Dembélé y Lemar) no sean más promesas que realidades. Tendrían que crecer demasiado de aquí a nueve meses para que de verdad su selección se suba al mismo pedestal que España, Alemania o Brasil. Algo parecido diría de Paul Pogba que dista de ser hoy lo que apuntaba un par de años atrás, cuando muchos lo veían como heredero del duopolio MessiCristiano.

 

Todo lo anterior e incluso un estrepitoso fracaso en Rusia 2018, no cambiaría la certeza de que Francia continúa siendo de quienes mejor detectan y desarrollan el talento. A diferencia del caso español y en consonancia con el alemán, su trabajo con juveniles no es atribuible a un equipo específico, sino a un proyecto a escala nacional; otra semejanza con la estructura teutona, en el deporte ha encontrado cómo integrar a un mosaico de procedencias y culturas que, de otra manera, compartirían territorio y poco más.

 

En cualquier rincón de Francia donde surja un adolescente con condiciones, logra ser visto por la red de detección y es oportunamente sumado a alguna de las academias, todas encuadradas bajo ciertos parámetros (no tan unificados y sofisticados como los de Alemania, aunque sí orientados en similar dirección).

 

El premio lo tienen sus equipos, al vender en tan elevados montos los productos de cantera. Por ejemplo, el Mónaco ingresó en un solo verano más de 350 millones de euros, que pudieron ser casi 450 de haber aceptado las ofertas por Lemar.

 

Pese a lo anterior, queda claro que si Francia puede despedazar el récord de los millones en el próximo Mundial, será por poseer un equipo lleno de futuro, precisamente en la era en la que más costoso se paga lo que se intuye que será. Al tiempo, los títulos se los quedan los que ya son.

 

Twitter/albertolati

 

caem

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