Algún psicólogo sabrá mejor, pero tal pareciera que el futbol de máxima élite aprovecha cada cierre de registros como regresión a la infancia, a los arrebatados domingos de tarea por la noche.
Otra vez entramos al 31 de agosto, día final en el mercado de verano, con algunos de los más poderosos equipos teniendo pendiente la configuración de su plantel. Llegada la medianoche en horario europeo, la mayoría ya no podrá registrar futbolistas, al tiempo que los españoles dispondrán de un día adicional.
Como sea, lo mismo podría terminar a mediados de septiembre que en octubre o noviembre, las últimas cuatro horas serán siempre las más relevantes.
Barcelona, Chelsea, Arsenal, Juventus, Inter, Manchester City, Atlético de Madrid, Liverpool, París Saint Germain, Juventus, Monaco, tienden a entrar en el más caótico frenetismo desde el amanecer de hoy y hasta que la ventana de registros cierre en su respectiva liga.
¿Qué gana cada cual esperando? Los vendedores parten de la premisa de que así lograrán hacer manita de puerco al comprador, aprovechando su urgencia por reforzar alguna posición o por renovar la ilusión entre sus aficionados. Los compradores, a la inversa, suponen que quien vende está igual de apurado, sabedor de que es inútil retener a un futbolista inconforme.
Millones para arriba, millones para abajo, en esta jornada digna del más tenso mercado bursátil, se han concretado buena parte de las operaciones más relevantes de los últimos años. Mánchester United consiguió adquirir al que iba a ser el máximo goleador en su historia, Wayne Rooney, tres horas y media antes de cerrarse los registros en 2004. Real Madrid acordó pagar al Tottenham una cifra récord por Gareth Bale en esa clausura del mercado de 2013. Los propios merengues sólo pudieron atar a Ronaldo, recién consagrado campeón en el Mundial 2002, en los últimos instantes, como el United con el joven Anthony Martial en 2015, como la Juventus con Zlatan Ibrahimovic en 2004, como el Arsenal con Mesut Özil en 2013, como el Barcelona ya en 1997 Rivaldo.
Es decir, que desde que el futbol europeo adquirió un carácter multinacional y millonario –sobre todo como consecuencia de la Sentencia Bosman en 1996–, la constante es dejar la tarea para la noche del domingo.
Carece de sentido en un deporte que va alcanzando tan altas cuotas de planificación y sofisticación, que año con año los clubes se asomen de esa manera al precipicio. Talentos valorados en más de cien millones de euros que no hicieron pretemporada con el resto. Directores técnicos que no saben a estas alturas cómo van a alinear. Marcas que aún desconocen todas las caras a las que patrocinan.
Si los equipos europeos desean dar un paso adelante en la calidad del producto que entregan, habrán de acordar que el mercado concluya por lo menos un par de semanas antes, justo cuando están por iniciar los diferentes certámenes. Sí, las transacciones se darán al cuarto para la hora, pero por lo menos con tiempo para iniciar todos juntos la nueva temporada.
Todo se ha hecho tan serio en el futbol que quizá así emerge la necesaria regresión a la infancia: cada 31 de agosto todos vuelven a ser niños desesperados por sacar la tarea a entregarse al amanecer siguiente. El examen es el torneo…, y ya empezó.
Twitter/albertolati
caem