Para nadie es desconocido que las celebraciones eclesiásticas de Semana Santa también se han convertido, más allá de un contenido religioso o de fe, en el tradicional momento del periodo vacacional, que asociadas al esparcimiento posibilitan generar en nuestra sociedad éxodos de vacacionistas, todos ellos en un alto porcentaje son habitantes de la Ciudad de México, que se encuentran en la búsqueda de destinos turísticos diversos; pero más allá de todo esto, también encontramos visitantes en nuestra urbe provenientes de distintas culturas y costumbres, países u otros estados de la República. Durante estos periodos vacacionales, el paisaje urbano se transforma, es decir, desaparecen las escenas habituales de numerosas personas y vehículos, para dar paso a la visión arquitectónica limpia de múltiples estructuras citadinas y el tránsito se aligera y la cotidianeidad de la metrópoli toma otras formas.
Asimismo, para la delincuencia subyace en este periodo la posibilidad de cometer delitos ante la vulnerabilidad de algunos objetivos, como lo es el robo en casa habitación, en donde los delincuentes aprovechan la ausencia temporal de sus moradores.
Ante estos riesgos, la situación de este periodo, las características de los visitantes, lo masivo de las diversas representaciones de la fe católica, también para muchos es desconocido el arduo trabajo que se realiza por parte de los cuerpos policíacos en mantener el orden e inhibir riesgos y delitos, es decir, mientras la mayoría de la población descansa o vacaciona, la policía trabaja, está presente en las calles. Las mujeres y hombres que conforman la Secretaría de Seguridad Pública desearían vacacionar porque sus familias no están exentas de ello, pero es tan grande el compromiso por la seguridad que son conscientes de la necesidad de redoblar esfuerzos en su labor para mejorar las condiciones de seguridad.
Esta Semana Santa en particular, tanto para la policía, así como para la sociedad en su seguridad, se tuvieron grandes éxitos y satisfacciones. En primer lugar quiero resaltar la reacción y la lucha frontal contra la delincuencia; en este sentido se logró la detención del 8 al 15 de abril de 583 personas por delitos de alto impacto y 694 por ilícitos de bajo impacto, desarticulando bandas de robo a transportistas, robo a negocio e inclusive una banda dedicada al secuestro, en la cual la mayoría de sus integrantes son menores de edad, algunos de ellos con antecedentes por haber delinquido anteriormente.
Concatenado a estos logros, se debe resaltar que en materia de prevención se logró el rescate de una mujer que quería suicidarse en la Calzada Ignacio Zaragoza y Rojo Gómez; esto no sucedió gracias a la atención oportuna y reacción de los cuerpos policíacos, los que lograron impedir tal acto suicida y pusieron a resguardo a la persona. Es asombrosa la escena en que la policía se sienta a intercambiar palabras tranquilizantes con la mujer, lo que da cuenta de la perspectiva social y la natural preocupación de los elementos por preservar y defender la vida de la sociedad, inclusive posterior al acto con reflexiones y consejos.
Asimismo, como reflejo de una cruenta realidad, los cuerpos policiacos intervinieron para rescatar a una mujer y a su hijo menor de las vías del Metro; el insoslayable hecho es que ella misma lo había arrojado y posteriormente ella se había lanzado. Este caso es una muestra inédita de la pérdida y la depreciación de la vida propia y, sobre todo, la de un niño inocente no mayor de seis años.
Durante esta semana, que para muchos debiera asumirse de reflexión, de valores más del orden religioso, pero tendientes al bien común, cabe destacar que al escribir estas líneas ningún familiar había acudido a reclamar al menor, mientras que la madre enfrenta un proceso que analice su condición psicológica y la responsabilidad correspondiente. No obstante lo anterior, ya sea en el puente de una avenida o en las vías del Metro, en donde se salvaron las vidas de personas, ambos son ejemplos de una policía que trabaja por salvar a la sociedad, privilegiando la vida como un valor fundamental, pero también son un ejemplo de una corporación sólida al realizar las detenciones por distintos delitos y la desarticulación de una banda de secuestradores.
Somos una policía moderna, legal y con valores que en los arrestos de 107 personas, quienes fueron puestas a disposición del juez cívico por faltas administrativas al desperdiciar agua, en una malentendida tradición y algarabía del Sábado de Gloria, en que debe prevalecer la lógica de la defensa del vital líquido, también prevalece el uso de más de 20 mil elementos policiacos dedicados a custodiar y preservar la seguridad en los espacios y a las personas que asistieron o participaron en eventos de representación de la Pasión de Cristo en delegaciones diversas de la ciudad como lo son Iztapalapa, Gustavo A. Madero, Cuauhtémoc, Cuajimalpa y Álvaro Obregón.
Las más de mil 277 personas remitidas al Ministerio Público y los vehículos asegurados, los 107 infraccionados ante el juez cívico y las tres bandas desarticuladas; así como el saldo blanco arrojado en los diferentes eventos masivos celebrados por representaciones religiosas, en los cuales acudieron más de dos millones 500 mil personas, la instalación de 96 puntos del alcoholímetro en que se revisaron a más de 46 mil personas, de las cuales 41 fueron sancionadas, los espectáculos deportivos de futbol, como el ocurrido en el Estadio Azteca que tuvo saldo blanco.
Todo ello da cuenta que la Ciudad de México tiene una policía social, que trabaja cuando otros descansan, que trabaja para bien de la gente, que trabaja para servir y salvar vidas, pero también genera el bien social y el equilibrio para satisfacer la primera demanda y más simple de la justicia de la gente, que es propiciar el bien común, la armónica convivencia y la defensa de sus intereses.
La policía, en defensa de la sociedad.