El misticismo y los sonidos prehispánicos envolvieron las finales del Torneo Internacional de Juego de Pelota Mesoamericana “Ulamaztli”, que ganaron Veracruz y Tabasco, en las ramas femenil y varonil, respectivamente.

 

 

El retorno de la actividad deportiva que en el año 1400 a. C. realizaban los pueblos precolombinos llegó a Teotihuacán con equipos de algunos estados de la República, en las ramas femenil y varonil, los cuales se enfrentan desde el pasado viernes que inició el torneo.

 

 

En medio de una tarde soleada pero con ráfagas de aire que refrescaban por momentos el ambiente se jugaron las finales como lo hacían los guerreros de la cultura azteca. La final femenil la jugaron equipos de Veracruz y Sonora.

 

 

Con reglas de los ancestros que crearon este juego de pelota, las jugadoras mostraron en ambos equipos, la destreza, fuerza y habilidad que desplegaron en dos tiempos de 15 minutos, que fueron suficientes para que el equipo de Veracruz mostrara su aguerrido juego.

 

 

Aunque al principio iba perdiendo, poco a poco se fue levantando hasta llegar a muerte súbita en la que sus integrantes salieron victoriosas con un marcador de 20-19.

 

 

Ambientado con sonidos prehispánicos, un danzante que bailaba y tocaba instrumentos prehispanicos se dejaba escuchar desde un costado del campo, los equipos de Belice y Teotihuacán, salieron a jugar en un partido amistoso internacional.

 

 

Antes de la gran final varonil, los equipos de Belice, país invitado al Torneo Internacional de Juego de Pelota, y de Teotihuacán, ofrecieron un encuentro de exhibición entre dos pueblos y dos culturas, que el público disfrutó y que el primero ganó con un marcador de 36-20.

 

 

Por la noche y con iluminación artificial, los equipos de Tabasco y Sonora disputaron el primero y segundo lugares del torneo, luego de participar en un ritual prehispánico.

 

 

Los danzantes con tambores recreaban esa atmósfera de rituales, al momento en que los equipos tocaban el balón con la cadera, porque si lo hacían con la pierna era punto para el otro equipo.

 

 

Los jugadores, algunos con rostros pintados, otros con tatuajes de símbolos prehispánicos en sus cuerpos, todos con apenas calzones y fajillas gruesas en la cintura, luchaban por tener al contrario en su propio campo y poder alcanzar puntos que los llevarían a la victoria.

 

 

Tabasco empezó a acumular puntos y a la postre se llevaron la final varonil con un marcador de 27-16, lo que los hizo merecedores de un trofeo.