Es fácil reconocer a los mexicanos deportados por Estados Unidos: tienen un costal rojo que les da Migración para que guarden sus cosas, muchos ya no se reconocen en territorio mexicano y les cuesta trabajo hablar español.

 

 

 

Lorenzo Barrales no olvida ni el español, ni la dirección donde vivía antes de irse. Llegó a la Ciudad de México el 28 de febrero, después de 32 años en los que vivió en Nueva York, donde formó una empresa de construcción y una pizzería.

 

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“Formé mis negocios y casa propia en Nueva York, tengo mi familia allá con mi esposa y tres de mis hijos. La situación por la que me detuvieron fue porque no me di cuenta de que se me cayó una de las placas del auto y con eso los de inmigración se dieron cuenta y ahí me arrestaron, por un descuido mío”, dijo.

 

 

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Infografía: Xavier Rosdríguez

 

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Detalló que la situación en Nueva York está tensa, pues el temor ha llegado a tal grado que las familias latinas ya no mandan a sus hijos a la escuela, por miedo a la deportación, comenta el poblano.

 

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“En la calle agarran a la gente. Sí hay una persecución y lo extraño es que los agentes de migración no andan uniformados e identificados, por lo que no es fácil reconocerlos”, refiere Barrales.

 

 

 

En Puebla vive uno de sus hijos, quien fue deportado desde muy pequeño. Ahora su plan es que el resto de la familia regrese a México y vuelvan a comenzar.

 

 

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Mujeres, las que menos deportan

 

 

 

El número de mujeres deportadas es mínimo, casi no se ven en los autobuses. Minerva Ignacio es de los pocos casos que pasaron por “la migra”. Es originaria de Chihuahua y en su camino a Estados Unidos le robaron sus cosas, su dinero y hasta el número de teléfono que había apuntado.

 

 

 

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Su situación se complica más al hablar un mínimo español, su lengua natal es el mixteco y le angustia no poder comunicarse correctamente. Después de dos meses detenida, se consumó su deportación y afirmó que no intentará cruzar de nuevo la frontera.

 

 

 

Caso similar es el de Lupita, una madre de familia que quería probar suerte en EU con una de sus hermanas, porque las cosas en Costa Chica, Guerrero, están difíciles.
Desde su detención hubo maltrato por parte de agentes de migración, le dijeron delincuente, la patearon, era un funcionario pero vestido de civil.

 

 

 

Por pasarla al otro lado el pago para la mafia fue de 16 mil pesos y una vez allá se debía pagar otros cinco mil 500 pesos más.

 

 

 

Ahora busca cómo salir adelante, pues en Guerrero su sueldo diario es de 100 pesos con un horario de 7:00 a 19:00 horas. Además, las tradiciones del pueblo donde vive mantienen una persecución en contra de su familia, por cuestiones religiosas.

 

 

 

Apoyo de la CDMX

 

 

 

La llegada de Donald Trump a la Presidencia de Estados Unidos, ha provocado que cada semana, cientos de connacionales deportados lleguen a la Ciudad de México, para posteriormente dirigirse a sus estados de origen.

 

 

 

En atención al incremento de deportados y para apoyar a los migrantes, el Gobierno capitalino emprendió un programa de ayuda que consiste en brindarles apoyo y asistencia hasta que puedan dirigirse a sus lugares de origen. A través de la Secretaría de Desarrollo Social de la Ciudad de México se otorgan alimentos y atención médica.

 

 

 

Alejandro Tinoco, quien coordina esta estrategia, calculó que el número de personas provenientes de Estados Unidos y que son canalizadas a las centrales camioneras de la ciudad incrementaron 99% durante los últimos 30 días, en comparación con meses anteriores.

 

 

 

En una entrevista con 24 HORAS, el funcionario explicó que desde el momento en que los deportados llegan a las centrales, se les ofrecen alimentos y la posibilidad de bañarse y cambiarse en el Centro de Asistencia Social ubicado en la colonia Viaducto Piedad. Además, si se requiere que se comuniquen con sus familias, se les otorga el apoyo para hacerlo.

 

 

 

“La intención es que ellos no caigan en un riesgo de la indigencia, es decir que ellos sean atendidos por nosotros. Los que llegan fueron detenidos y encarcelados durante mucho tiempo, además eso se intensificó con esta situación del nuevo Presidente de Estados unidos”, afirmó.

 

 

 

La Sedeso detectó que los días lunes, martes y jueves llegan al Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) un promedio de 135 personas al día provenientes de Estados Unidos y de la frontera.

 

 

Los migrantes son repartidos hacia las distintas terminales de autobuses que los lleven a sus destinos, siendo la Central del Norte la que tiene mayor afluencia.

 

 

 

Datos de la dependencia, con cierre al 28 de febrero señala que la Sedeso ha atendido un total de 447 personas, de los que más de 95% son hombres.

 

 

 

Las ciudades norteamericanas de las que provienen los indocumentados son Chicago, San Antonio, Santa Monica, Tucson, Nuevo México, Texas, Washington, Arkansas, Nueva York y Alabama, principalmente.

 

 

 

El funcionario detalló que en las terminales se ubican de manera permanente un equipo de la Sedeso conformado por cuatro personas en tres turnos, para cubrir la atención las 24 horas del día.

 

 

 

A pesar de que hay un incremento en las deportaciones, hasta el momento no se han detectado familias completas. Son mínimas las ocasiones en que llegan mujeres, y las pocas que envían a la capital, no lograron cruzar la frontera y permanecen detenidas durante meses.