PARÍS. Cuentan en Francia que el camino que separa el palacete de Matignon, la residencia del primer ministro, del Elíseo, sede de la presidencia, es un campo de minas. El último en experimentarlo es Manuel Valls, que dirigió el Ejecutivo hasta diciembre pasado y que perdió en las primarias socialistas frente al ex ministro Benoît Hamon.

 

 

Hamon, que se define como el representante de una izquierda de futuro, logró más de 58% de los sufragios en la segunda vuelta de las primarias, en las que, según las estimaciones, votaron dos millones de franceses.

 

 

Un sondeo publicado la noche de ayer otorga a Hamon 15% de los votos en las presidenciales, frente a 25% de la ultraderechista Marine Le Pen, 22% del conservador François Fillon y 21% del social-liberal Emmanuel Macron.

 

 

Pero Hamon dijo mantener la fe en la victoria, para lo que consideró imprescindible “unir a la izquierda” tras las heridas surgidas en las primarias entre la facción progresista que dice representar y la moderada que encarnaba Valls.

 

 

Unas diferencias que se habían hecho patentes a lo largo de todo el mandato del presidente François Hollande, lo que propició la aparición de una facción rebelde dentro del partido que ahora, de la mano de Hamon, toma el poder del partido.

 

 

Hamon, cuya experiencia de Gobierno se resume en dos años como responsable de Consumo y cinco meses de Educación, ha logrado, sin embargo, ilusionar a los socialistas con su propuesta de la renta básica universal.

 

 

Esa ha sido la principal medida de las primarias, la que más debate generó y la que le ha valido las críticas más duras y mordaces de sus rivales, que la tratatan de irreal y de ser un peligro para las cuentas públicas.

 

 

Un debate que dificulta ahora la unión en torno al nuevo candidato, sobre todo porque muchos de los apoyos de Valls pueden estar tentados de apoyar al ex ministro de Economía Macron, que ha lanzado su campaña presidencial sin pasar por las primarias y a quien los sondeos dan mejores intenciones de voto que a Hamon.

 

 

Programa de gobierno

 

incluye otras propuestas como impuestos adicionales a las empresas que suplanten a personas por robots, la reducción de la jornada laboral o la subida de los impuestos para las mayores rentas del país, con lo que pretende financiar sus avances sociales.