El poeta y diplomático mexicano Gaspar Orozco resaltó la figura del expresidente chileno Salvador Allende (1970-1973) y su encuentro con un obrero en el bar ‘La Piojera’, uno de los lugares imperdibles de esta ciudad.

 

 

Con un agua mineral en la mesa, y en medio de una ola de calor que azota la zona central de Chile, Orozco concede una entrevista a Notimex en el barrio Lastarria, en la capital chilena, donde participará en la Feria Internacional del Libro de Santiago (Filsa).

 

 

Lastarria es un lugar que en los últimos años fue conquistado por restaurantes y cafés, luego que en la década de 1970 albergara la sede de la Junta de Gobierno y las oficinas del exdictador Augusto Pinochet (1973-1990).

 

 

Resulta paradójico dialogar sobre la figura de Allende, derrocado por las Fuerzas Armadas bajo mando de Pinochet el 11 de septiembre de 1973, a unos metros de la torre de oficinas que por años albergó a los jefes del golpe y a cuyos pies se ubica en la actualidad el Centro Cultural Gabriela Mistral.

 

 

“Allende es una figura muy entrañable por razones de historia de mi familia y mi historia personal”, comentó Orozco.

 

 

“No es el ánimo de beatificar a alguien, hay que reconocer los errores que se cometieron y ninguna figura esta libre de error, pero creo que Allende sigue siendo una figura importante para América”, añadió.

 

 

Recalcó que el expresidente chileno, quien se suicidó en el Palacio de La Moneda cuando era asediado por los militares, era “un hombre valiente, de ideales, que luchó por su pueblo hasta el último momento”.

 

 

“Y lo que veo aquí, con la gente en la calle, es que la figura de Allende sigue estando viva, es un referente en América y en Chile sigue vivo su pensamiento”, subrayó el escritor mexicano.

 

 

“Hay algo esencialmente entrañable en Allende, pese a los errores y a que se tiene que revisar esa época con cuidado, pero sí, hay algo entrañable y cálido en Allende”, puntualizó.

 

 

El poeta hoy cuenta con licencia por algunos años del servicio exterior mexicano para trabajar en la Universidad de la Ciudad de Nueva York en varios proyectos con la comunidad de inmigrantes de su país.

 

 

Nacido en Chihuahua en 1971 y de padre poeta, Orozco también recuerda su incursión en La Piojera, un popular bar frecuentado por los invitados a la Filsa y al que este año llegaron Jorge Castañeda, Héctor Aguilar Camín y Ángeles Mastretta para beber el tradicional “terremoto”, que tiene como ingredientes vino, helado de piña y fernet.

 

 

“Antes de ir a la feria me di una vuelta por La Piojera. Estaba en la barra tomando un ‘terremoto’ y me encontré con un hombre ya mayor, de 66 años, un obrero, según él me dijo, con quien entablé conversación y comenzaron a salir cosas comunes”, recordó el autor de “Abrir fuego”.

 

 

“Comencé a indagar con él sobre la figura de Allende y me dice ‘yo soy rojo, me llamo Patricio Lazo y soy sobrino de Carmen Lazo’”, una popular diputada socialista conocida como “La Negra Lazo” que vivió su exilio en Venezuela y que murió en 2008 en Santiago.

 

 

El poeta mexicano indicó que “estrechar la mano de ese hombre para mi fue importantísimo, yo creo que vine a Chile a estrechar la mano de ese hombre”.

 

 

Respecto a Santiago de Chile y la Ciudad de México, y en particular al hecho de encontrar barrios similares en ambos lugares distantes por unos ocho mil kilómetros, Orozco comentó que “vivimos en una gran ciudad latinoamericana que se conecta secretamente, hay una conexión secreta entre estas ciudades”.

 

 

“Creo que las ciudades se mezclan en el sueño, uno está aparentemente caminando en una calle de la Ciudad de México y de repente aparece en Santiago o en Nueva York”, consideró.

 

 

“Por azares de mi profesión me tocó vivir 10 años en Nueva York como cónsul, luego en Los Ángeles y luego en la Ciudad de México y las ciudades se componen y descomponen y se tejen y entretejen en el sueño”, comentó.

 

 

Orozco añadió que “hay veces cuando los viajes son intensos, cuando viajas con cierta frecuencia, que no sabes dónde despiertas exactamente”.

 

 

Aseveró, respecto a sus lugares de residencia que “de alguna manera por destino me ha tocado vivir al margen del agua y eso para mi es una enseñanza del tiempo. Limpia la memoria de alguna manera, pero la ciudad siempre esta ahí en constante cambio”.

 

 

En el marco de la Filsa, Orozco presentó el libro electrónico www.gameofmirrors.com, que hizo junto al artista Jairus de Brooklyn.

 

 

Además sostuvo un diálogo con el periodista chileno Víctor Hugo Ortega sobre la relación entre poesía y cine, “los que para mí dos caminos que llegan al mismo destino, entonces veo al cine y la poesía como otra manera de explicar los mitos”.

 

 

“El cine es aquel fuego originario alrededor del cual se reunían los hombres y lo veían encantados y hechizados, es un fuego con historia, una máquina de hacer mitos. Hay una cuestión mítica y es ahí donde se une la poesía y el cine”, indicó.

 

 

Entre los trabajos más destacados de Orozco se encuentra el proyecto Transmedia Shakespeare (http://www.transmediashakespeare.com/), donde poetas mexicanos y británicos trabajaron sonetos de William Shakespeare en el marco del 400 aniversario de la muerte del dramaturgo británico.

 

ps