Después de las elecciones presidenciales en Estados Unidos, a realizarse el próximo martes, se decidirá el futuro político de la secretaria de Relaciones Exteriores, Claudia Ruiz Massieu.

 

Si gana Hillary Clinton, se da por hecho que será despedida. Y si triunfa Donald Trump, también.

 

Son tantas las pifias que en tan poco tiempo ha cometido la “seño Claus”, que ninguno de los dos susodichos la quiere, mucho menos Hillary, quien se sintió ofendida por el pésimo manejo de la invitación que le hicieron a ella y a Trump para visitar México hace un mes, y que vieran con sus ojitos lo maravilloso que es nuestro país y pedirles que dejen de andar “jodiéndolo”.

 

¡¿Y yo, por qué?! Podría responder la señora Ruiz Massieu. Y agregar: yo me enteré de la comentada invitación cuando el candidato republicano prácticamente estaba pisando suelo mexicano; el verdadero responsable de ese desaguisado diplomático fue el señor Luis Videgaray, quien organizó el evento, podría argumentar. Y tendría razón, pero “Luisito” ya se fue a su casa, mejor dicho, a Los Pinos, y ella tendrá que pagar los “platos rotos”.

 

Si gana la señora Clinton, obviamente no va a querer tener ningún trato con un canciller a quien ningunean en las decisiones importantes de la relación bilateral México-Estados Unidos, y que no tiene línea directa con el Presidente de la República, consideran los observadores políticos objetivos e imparciales. Si gana Trump, pues hay que “recomponer” esa relación con nuestros principales socios comerciales.

 

¿Pero quién podría con ese paquete? Pues un diplomático de carrera y no más improvisados, como han sido los dos secretarios de Relaciones Exteriores en este sexenio, agregan. El único inconveniente es que a simple vista no se ve a nadie que, además de ser de carrera, tenga línea directa con el Presidente de la República.

 

No faltan los malosos que piensan, comentan, sugieren… que para componer el desaguisado diplomático que hizo Luis Videgaray, lo nombren canciller o embajador de México en Estados Unidos. ¡Ah, bárbaros!

 

Agenda Previa

 

Lo peor que le puede pasar a un ex director de la “banca del subdesarrollo” es que algunos inversionistas lo utilicen para defraudar al fisco mexicano. En Estados Unidos se informó que “le echaron el guante” a un empresario mexicano accionista de InvestaBank acusado, junto con otras cinco personas, de evadir al fisco mexicano con el IVA, y luego blanquear los recursos obtenidos en Estados Unidos y México. Los acusados crearon varias compañías que supuestamente se dedicaban a la importación y exportación de teléfonos celulares para obtener reembolsos del IVA y del SAT.

 

Siempre de acuerdo a la información, el presidente ejecutivo de InvestaBank, Enrique Vilatela (ex director de Bancomext), dijo en una entrevista que el arresto del empresario Carlos Djemal (el principal accionista con 52%) lo dejó perplejo, porque no estaba enterado de esos chanchullos. Vilatela miente, pues sabía desde hace varios meses de esas y otras operaciones para evadir al fisco mexicano, y hasta le advirtieron que se estaba metiendo en un problemón.

 

Por cierto, entre los 38 inversionistas de InvestaBank, hay uno que vendía “comidas corridas” y se hizo millonario. Ah, y el gobierno le concesionó algunos negocitos, entre ellos la vigilancia con cámaras en todos los penales federales, el mismo a quien Bancomext le prestó mil millones de pesos que le negó Nacional Financiera. ¡Ay, papá! Y nada más por no dejar, otro de los accionistas de dicho banquito es, o era, el dueño de una prestigiada casa de apuestas, perdón, de encuestas.