Pocas veces se puede explicar en el deporte que el mejor no siempre obtiene la victoria, que ser superior no tiene recompensa alguna y que en esto no existe la justicia, sino sólo los resultados. Esos mismos que determinan al que gana y el que pierde.

 

Francia tenía la mesa puesta: de inicio, un rival que había sembrado demasiadas dudas en el camino y del que podríamos establecer que su presencia en la Final era mera casualidad, aun así, el destino le quiso ayudar eliminando a la que parecía ser la única esperanza portuguesa; la lesión de Cristiano Ronaldo nos obligó a reafirmar la condición de supremo favorito de los locales. Pero entre Rui Patrício y la incapacidad francesa se escribió la historia.

 

Para Francia será la derrota más dolorosa en su historia, algo que rebasa lo increíble para establecerse en los terrenos de la ridiculez, y mire que parecería injusto decir que un subcampeonato no puede tomarse como un fracaso, pero en estas condiciones lo es, y rotundo.

 

De otro lado encontraremos a uno de los campeones más grises en la historia, tan gris como aquel que hace doce años escribió una historia parecida a la de hoy (ayer), aunque a decir verdad, esa Grecia jugaba mejor de lo que juega esta selección portuguesa. Al menos en aquel milagro griego encontraremos pasajes de colectividad, fundamentos en la pelota detenida tanto en defensa como en ataque; un equipo que defensivamente haciabien su trabajo, que neutralizaba a los equipos y aprovechaba sus oportunidades por mínimas que fueran.

 

Claro, casi nunca caben los campeones indignos, y sería demasiado calificar así a Portugal porque al menos tuvo la capacidad de marcar, pero tampoco podemos cegarnos y decir que se sobrepusieron al golpe anímico de perder a su capitán, que jugaron de manera ordenada, que se defendieron bien o que lograron en algún momento equilibrar el partido, y no lo podemos decir porque eso nunca sucedió. Portugal salió a esta final esperando ganar un volado, y así fue. Es campeón habiendo accedido a la siguiente ronda sin ganar un sólo partido, de hecho de los siete equipos que no ganaron un sólo juego en la fase de grupos, Portugal fue el único en avanzar.

 

¿Que hizo bien Portugal? Marcar el gol. Sólo eso.

 

Terminó una de las ediciones más tristes del torneo que por historia entrega el mejor futbol del mundo, a los mejores equipos con los mejores jugadores. El torneo que nos obliga a almacenar pasajes gloriosos, heroicos, distintos.

 

Suena raro decir que Portugal es campeón.

 

Un auténtico golpe de suerte.