Para los priistas no es un secreto que Manlio Fabio Beltrones llegó a la presidencia del PRI contra la opinión y deseos del grupo más cercano a Enrique Peña Nieto: los titulares de Gobernación y Hacienda, principalmente.

 

Miguel Ángel Osorio Chong y Luis Videgaray veían en el sonorense –y así fue hasta la fecha– un peligro para sus aspiraciones presidenciales rumbo a 2018.

 

Desde Los Pinos trataron de impulsar a Aurelio Nuño al frente del tricolor. No lo lograron por distintas razones: no pudieron saltarse los estatutos del partido (el entonces jefe de la Oficina de Los Pinos no los cumplía) y una amenaza de rebelión desde las bases.

 

Esa batalla la ganó Beltrones (a gritos y sombrerazos, pero la ganó). El 20 de agosto del año pasado –hace exactamente 10 meses– rindió protesta como presidente del PRI.

 

Ganó una segunda –fuera de calendario, al inicio de este año– con la elección extraordinaria en Colima. La sacó contra todo pronóstico y un pésimo candidato, José Ignacio Peralta, impuesto por Los Pinos.

 

La guerra sucia fue desde entonces su divisa para sacar adelante elecciones en las que, como solía bromear, “el muerto” no ayudaba.

 

Pero esos “muertos” –unas veces eran los candidatos, otras los gobernadores– tenían distintos padres y protectores. “Padrinos”, diríase, con intereses propios rumbo a 2018. Sí, los mismos que querían sacarlo de la jugada.

 

Éste era el momento para descarrilarlo.

 

Hay que “acabar con Beltrones”, se escuchaba decir entre los malquerientes de Manlio Fabio.

 

Se lo propusieron. Y lo lograron.

 

En la reunión de la Comisión Política Permanente a la que ha convocado el dirigente nacional del tricolor para hoy, bien podría darse el corolario a la consigna contra Beltrones.

 

Y él hacer pública la renuncia que presentó hace unos días al propio Peña Nieto.

 

¿Y si no se va?– En el equipo cercano de Beltrones tienen algo muy claro: quedarse al frente del PRI en las circunstancias actuales no sólo es “suicida”, sino “humillante”.

 

Y ya no sólo se refieren a decisiones previas a las elecciones que, desde su punto de vista, provocaron en buena medida la debacle, sino que aludían a maltratos por parte de Osorio Chong y hasta del propio Presidente de la República.

 

De Osorio mencionan el regaño público que les hizo por las campañas sucias, y el haber dado orden a los candidatos del PRI de aceptar su derrota cuando aún ni siquiera se terminaban los conteos oficiales.

 

De Peña Nieto, el que hubiera llamado a los candidatos de Acción Nacional para felicitarlos por su triunfo (el lunes por la noche), cuando aún ni concluían los recuentos en los Institutos Electorales ni se definían las posibles impugnaciones en el partido.

 

Tales acciones, a decir de los beltronistas, fueron un bofetón para Manlio y una manera de exhibirlo y de atarlo de manos.

 

Después de todo eso, ¿aceptaría quedarse?

 

Gemas: obsequio del EZLN para Aurelio Nuño: “Sus argumentos han sido, hasta ahora, los mismos de cualquier capataz de la época porfirista: gritos histéricos, golpes, amenazas, despidos, encarcelamientos. Los mismos que emplearía cualquier triste y gris aspirante a policía posmoderno”.