En el centro de la Ciudad de México, aclamado por sus seguidores y flanqueado por su séquito, fue nombrado emperador. Pero poco más de un año después lo fusilaron.

 

Ahora, parte de su historia se puede encontrar precisamente en el Centro Histórico.

 

En una de las capillas, dentro de la Catedral Metropolitana, se encuentra un trono. A un lado, una urna, con restos humanos. Hay dos cuadros con su imagen (uno es reciente, de 2010), dos banderas y una banda tricolor a un costado de la silla roja con vivos dorados.

 

Se trata de la última morada de Agustín I, el emperador mexicano (1822-1823), mejor conocido como Agustín de Iturbide.

 

La capilla no es muy visitada, a pesar de que resultaría un interesante atractivo turístico y nos mostraría una parte de la historia que apenas es enseñada, de pasada, en la primaria o en la secundaria.

 

A unas cuadras de ahí está su antiguo palacio, que ahora pertenece a un banco, el cual le puso el nombre de Palacio de Cultura Banamex.

 

Por los pasillos de ese lugar se vuelven a observar vestidos elegantes, no tan antiguos ni con la moda que imperaba por aquellos años en que Iturbide vivió ahí, pero resulta interesante visitarlo. La exposición se llama El arte de la indumentaria y la moda en México 1940-2015.

 

La coronación se dio en la Catedral Metropolitana, la misma en la que se llevaría a cabo otra: la de Maximiliano I o Maximiliano de Habsburgo, el segundo emperador mexicano. Él también fue fusilado, a pesar de que diferentes figuras a nivel mundial pidieron a Benito Juárez que tuviera clemencia.

 

Parte de esa historia se encuentra en el Castillo de Chapultepec, en donde Maximiliano vivió con Carlota.

 

Existe una versión que señala que en algún punto de la historia, la familia de Maximiliano de Habsburgo y los nietos de Agustín de Iturbide se encontraron. Actualmente vive en Europa una parte de los descendientes de Agustín de Iturbide, quienes, encabezados por Maximiliano Göetzen-Iturbide, se dicen los legítimos herederos al trono en México, el cual no existe y está prohibido por la Constitución.

 

Precisamente son los Göetzen-Iturbide, quienes narran esa versión.

 

En 2011, según publicó Excelsior, Maximiliano Göetzen-Iturbide fue recibido por Benedicto XVI en el Palacio Apostólico del Vaticano, como el “legítimo heredero al trono de México”.

 

No cabe duda de que hay quienes aprovechan pedazos de la historia para vivir bien.

 

¡Qué cosas!