La nota de la semana viene de dos frentes distintos y afecta directamente a Disney y Marvel. Resulta que en el primer número del nuevo cómic de Capitán América, escrito por Nick Spencer e ilustrado por Jesus Saiz, el origen del superhéroe fue cambiado por completo: resulta que Steve Rogers y su familia siempre fueron simpatizantes (y miembros) de Hydra, la organización criminal terrorista y subversiva relacionada con los Nazis.

 

En otras palabras, Steve Rogers era Nazi. De golpe y porrazo se borró el hecho de que el héroe fue creado por dos judíos (Joe Simon y Jack Kirby) para representar los ideales estadunidenses de justicia y combatir a las fuerzas del mal. Y la reacción en redes sociales no se hizo esperar: la mayoría de los fans del personaje han expresado su disgusto y repulsión hacia dicho cambio.

 

 

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Según declaraciones de Tom Brevoort, editor ejecutivo de Marvel, las razones se irán comprendiendo conforme se vayan publicando más historias, pero, de entrada, a casi nadie le ha gustado el cambio, pues es el equivalente a que Kal-El (Superman) haya llegado a la Tierra y se hubiera convertido en villano.

 

Otra noticia -o más bien petición- que lleva unas semanas circulando en redes es la de #GiveCaptainAmericaABoyfriend (“Denle un novio al Capitán América”), en la que se pide que el héroe acepte su presunta homosexualidad y termine como pareja del que, hasta ahora, es su mejor amigo, Bucky Barnes. No importa que Rogers haya tenido, durante más de siete décadas, un enamoramiento con la agente Peggy Carter o, más recientemente, con Sharon Carter (originalmente hermana menor de Peggy y posteriormente reinventada como sobrina de ésta). No. El hecho de que Rogers tenga una amistad tan sólida y fuerte con Barnes (en el estilo de Batman con Robin) sólo puede llevar a una conclusión, según un importante sector de los fans: Rogers debe ser gay. Aparentemente -y para los ojos de muchos- es imposible que dos hombres tengan una amistad emocionalmente fuerte sin que haya un dejo de homosexualidad entre ellos.

 

steve rogers y bucky

 

La emancipación femenina

 

Y no es el único. En otra parte del universo de Disney, también hay una campaña similar para que la princesa Elsa, heroína de la película Frozen, sea lesbiana. #GiveElsaAGirlfriend (“Denle una novia a Elsa”) ha circulado viralmente en Internet con la petición de que el gustado personaje tenga una novia en la secuela de la cinta animada, que es la más taquillera en la historia dentro de su género.

 

Cuando Frozen se estrenó, Elsa se convirtió prácticamente en el icono de la emancipación femenina y el tema que interpreta (Let it go) en la secuencia en la que se libera de muchas ataduras y construye su castillo de hielo, fue adoptado por millones de niñas y adolescentes casi casi como su himno de vida. Sí, el tema puede ser interpretado como una revelación de “salir del clóset” y así lo ha tomado una gran parte de la comunidad LGBT aunque, en lo personal, dudo que esa sea la intención original.

 

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Otra petición en este sentido ha sido la de convertir en pareja a dos personajes del mundo de Star Wars: Poe Dameron y Finn. La amistad entre ellos se dio en circunstancias extraordinarias: ambos ayudaron a escapar al otro y, de una manera u otra, se salvaron la vida. Incluso, conforme avanza el filme, se nota en Finn que siente algo más que una simple amistad hacia la heroína de la historia, Rey. Es más fácil que haya una relación romántica interracial entre ellos que una entre Finn y Poe, entonces… ¿por qué la insistencia en hacerlos gays?

 

 

poe dameron y finn

 

 

En el camino correcto

 

Los tiempos actuales en los que vivimos demandan no solamente que los medios, sino la sociedad en general, muestren apertura a toda clase de temáticas y representen, de manera más equitativa y justa, en particular, a tres sectores de la sociedad que han sido menospreciados, criticados y vilipendiados sin razón alguna: las mujeres, la raza negra y la comunidad LGBT.

 

En el caso de esta última, cada vez más y con mayor frecuencia es representada en series de TV, películas, canciones y otras manifestaciones artísticas. Y está bien. No estoy en contra de ellos ni mucho menos, sino por el contrario. Creo que la tolerancia, la aceptación, el ver parejas de un mismo sexo de una manera natural es algo más que sano para la sociedad en la que vivimos. Y todavía hay un largo camino por recorrer en ese sentido.

 

Pero considero que, como señala el dicho de “si algo no está roto, no lo arregles”, hay cosas que son como son y, creo, así deben quedarse. Personajes como Capitán América, Elsa, Poe y Finn fueron creados de una manera, y en la época que vivimos ya es tan común hablar tan abiertamente del tema que, si fueran gays, así se habrían mostrado desde el principio. Y no habría ningún problema. Pero no es así. Lo que sí hay son otros personajes ficticios, abiertamente gays, con los que la comunidad LGBT se puede identificar, en lugar de querer cambiar lo que ya está establecido porque es lo “políticamente correcto”.

 

Y para muestra, varios botones: series de TV como Glee, Game of thrones, Spartacus, Shadowhunters, Jessica Jones, Master of none, Sense8, Grace and Frankie, Empire, Transparent, The Flash, House of cards, Orange is the new black, Girls, Scandal, o películas como Kissing Jessica Stein, Billy Elliot, Rent, Brokeback mountain, Harry Potter, The danish girl y Little Miss Sunshine, de entre una larguísima e interminable lista, muestran las preocupaciones, deseos, anhelos, frustraciones y toda la gama de emociones de quienes, simple y sencillamente, son personas como cualquiera que aman y viven de la misma manera que cualquier heterosexual.

 

Este texto no pretende, de ninguna manera, crear controversia al respecto ni ser determinante en sus apreciaciones. Simplemente creo que no se deben cambiar ni el origen ni la sexualidad de personajes que fueron creados de una manera y que llevan años, o décadas, siendo de una manera en particular. Sería muy extenso y para otro tipo de columna abrir un debate al respecto, así que simple y sencillamente me enfocaré en lo que mencioné líneas arriba: si algo no está roto, ¿para qué arreglarlo?