Fernando del Paso, sexto escritor mexicano que recibe el premio Cervantes, aprovechó hoy su discurso de agradecimiento para denunciar la situación actual de su país en una intervención política, literaria y biográfica, donde no faltó el humor y el juego lingüístico.

 

“Las cosas no han cambiado en México sino para empeorar, continúan los atracos, las extorsiones, los secuestros, las desapariciones, los feminicidios, la discriminación, la impunidad y el cinismo”, señaló Del Paso en la solemne ceremonia, presidida por los reyes de España.

 

La entrega del galardón tuvo lugar en la Universidad de Alcalá de Henares, localidad próxima a Madrid, donde nació el autor del Quijote.

 

En silla de ruedas, muy elegante, con traje azul de raya diplomática roja y con una corbata roja y amarilla, para llevar a España “en el pecho, muy cerca del corazón”, el escritor mexicano dijo: “criticar a mi país en un país extranjero me da vergüenza”.

 

“Pues bien, me trago esa vergüenza. No denunciarlo, eso sí que me daría aún más vergüenza“, precisó.

 

Además, subrayó que ha querido aprovechar “este foro internacional para denunciar a los cuatro vientos la aprobación en el Estado de México de la bautizada como Ley Anteco.

 

“Una ley opresora -explicó- que habilita a la policía a apresar e incluso a disparar en manifestaciones y reuniones públicas a quienes atenten, según su criterio, contra la seguridad, el orden público, la integridad, la vida, los bienes… Esto parecería tan solo el principio de un Estado totalitario que no podemos permitir“, dijo el escritor en un discurso personal y muy emotivo.

 

El escritor mexicano, al recibir el Premio Cervantes, máximo galardón de las letras hispanas, también hizo un elogio de la lengua en castellano y recordó que “desde hace 81 años y 22 días”, cuando llora, lo hace en castellano, pero también ríe habla y escribe en esta lengua.

 

El rey Felipe VI cerró la ceremonia y en su discurso aseguró que la riqueza del español se debe a su capacidad de “continua transformación” y a su “mestizaje permanente en el que cada país del mundo en que se habla es un afluente que rejuvenece y ensancha a cada tramo su inmenso caudal”.

 

En la ceremonia, que coincide con la celebración este años del 400 aniversario de la muerte de Miguel de Cervantes, el monarca agradeció a Del Paso “todo lo que su obra nos aporta, nos deleita e interroga”, así como “su testimonio de amor a una lengua y a una tradición literaria que hoy honramos”.

 

Felipe VI no dejó pasar por alto que Del Paso es el sexto mexicano que recibe el Cervantes, y afirmó que México es, además de “un gran país, amigo y hermano de sangre y de cultura”, la nación “con mayor número de hispanoablantes” y el país que acogió a muchos escritores españoles exiliados en momentos de dificultades.

 

Son muchas las cosas, insistió, que además de la lengua común unen a mexicanos y españoles, como los libros editados en México que se leían en España en los años de la Dictadura (1939-1975) o los que ahora dan a conocer los editores españoles a los lectores mexicanos.

 

Tras el discurso con el que clausuró el acto, Felipe VI, junto a la Reina Letizia, acompañó al autor galardonado y a su esposa, Socorro, hasta el patio del edificio histórico de la Universidad de Alcalá para hacerse una “foto de familia”, en la que también posaron las autoridades que asistieron al acto.

 

Y el premiado, ya más distendido, pero “muy cansado”, “honrado y halagado” y en compañía de su esposa, charló con los periodistas para decir que tenía que hacer un discurso “duro” porque “era necesario”.

 

“Tengo esperanza pero las esperanzas se van gastando”, subrayó el autor de “Noticias del Imperio”.