A sus 47 años, Angelina Méndez nunca ha salido de San Simón Zahuatlán, el municipio de mayor pobreza en Oaxaca. Nunca se ha dado un gusto por comer un pastel o algo que la deleite. Ni si quiera lo piensa y menos lo sueña. Cada mañana se levanta ideando que dará a sus hijos ese día.
Siempre tiene a la mano una olla con agua hervida sobre cenizas, para que se mantenga tibia. Es la fórmula que le sirve para quitarse el dolor de estómago que le provoca el hambre. Si puede come dos veces al día, pero le llega a ocurrir que en un par de jornadas no pruebe bocado.
La de Angelina es la historia que narran los periodistas Silber Meza y Zorayda Gallegos bajo el título Agua Hervida y que es parte del libro Los doce mexicanos más pobres. El lado B de la lista de millonarios, editado por Planeta. Un proyecto periodístico y multimedia que Oxfam México, el colectivo Cuadernos Doble Raya y Ojos de Perro vs la Impunidad AC presentaron el pasado jueves en el Museo Interactivo de Economía (MIDE), como resultado al planteamiento de ¿quiénes son la contraparte de los millonarios de México?, a los que todos conocemos por la lista que se publica año con año.
Se eligieron las diez comunidades más deprimidas de los estados con mayor pobreza extrema y se anexaron la Ciudad de México y Los Ángeles, la ciudad en el extranjero con más mexicanos.
Angelina es una mujer mixteca que no habla español y quien antes “de echar la primera tortilla del día”, cada madrugada, dedica de dos a tres horas a tejer un sombrero de palma por el que le pagarán 5 pesos. “Ella alcanza a coser entre dos y tres sombreros al día, para recibir entre 10 y 15 pesos. Mucho menos de un dólar”, detalló Silber mientras la figura de Angelina, pequeña y delgada, se proyectaba enorme en las mamparas de la escenografía ante cientos de asistentes reunidos en el MIDE del Centro Histórico de la ciudad de México.
Pero a ésta historia se suman otras como la de Antonio López Velasco, de San Juan Cancuc, Chiapas, quien vive con un promedio de 1.4 pesos al día; o la de Esperanza Bolaños, de San Miguel Eloxochitlán, que con seis hijos por alimentar quedó viuda muy pronto en la Sierra Negra de Puebla, donde solo se sale adelante si se entra al ejército, a una normal rural o se migra; la de Agustina Joaquín Toribio, quien vive en Tempiluli, Tláhuac, en la zona chinampera de la capital del país donde no hay trabajo, ni siembra, ni un sitio adecuado para vivir.
La de Rosendo Mayahua, de Axoxohuilco en la Sierra de Zongolica, Veracruz, un padre que extiende 60 pesos para mantener a siete hijos, de los que dos están enfermos y no sabe de que, pero miden 60 y 80 centímetros, a sus 8 y 12 años; y Juan Pablo Anacleto, de Cochoapa, Guerrero quien intentó migrar, fue deportado y tras ello secuestrado. Y regresa a donde la tierra es colorada y ninguna siembra se da, sin ingresos, cinco hijos por alimentar y una deuda de 9 mil dólares que su familia contrajo para rescatarlo.
Y la de Isidra Pérez de El Sacrificio, Campeche; Crisanto Hernández, de Xochiatipan, Hidalgo; Juan Manuel Díaz, de Huimanguillo, Tabasco; Marisol Rivera, de Nocupétaro, Michoacán; Claudia Catzín de Tahdziú, Yucatán y Ramiro Rivas de Los Angeles, California.
Para Salvador Frausto, coordinador del proyecto, la pobreza vista como violencia de Estado también nos implica como sociedad. “Porque el no quererla ver y permanecer callados, sin generar ningún tipo de acción, es también una violencia hacia los más pobres”. Para ello, agregó, el camino es que articulemos discusiones efectivas sobre política social y discutir otras soluciones.
Frausto explicó que #12MásPobresMx, como se nombró a la campaña que hizo tendencia en redes, surgió desde hace un año tras un coloquio en Huesca, España, y la mira fue hacer periodismo de 360 grados para visibilizar la pobreza profunda, que tanto gobiernos y capitales han buscado permanezca oculta. “Los periodistas que hicimos esto dijimos: no vamos a contar historias con el propósito de hacernos llorar, ni mucho menos. Vamos a hacer un registro de la desigualdad en México, tratando a las personas con dignidad. Sin pobretear a los pobres”.
Para Diego Enrique Osorno, el problema de la desigualdad “no son los pobres, sino los ricos”. El 1% de la población en México concentra el 43% de la riqueza, de acuerdo con el reporte de Oxfam de 2015. En cuanto al tema de marginación, agregó, este será el trabajo más importante de la década.
Para el periodista y también autor del libro Slim, biografía política del hombre más rico del mundo, el capitalismo es el que lleva las riendas en este país, sin embargo destacó que “el capitalismo en México, a diferencia de otros capitalismos en el mundo, se beneficia de la política y corrupción”.
En su oportunidad Ricardo Fuentes-Nieva, director ejecutivo de Oxfam México, señaló que “Los doce mexicanos más pobres” representan a millones que no tienen para comprar la canasta básica. Recordó que ya son 20 años en México donde la pobreza fluctúa en los mismos niveles, por eso importa hablarlo.
“La desigualdad empieza desde el discurso que construye realidades” por ello llamó a mirar las reglas y el sistema económico que perpetúan la pobreza extrema. En México hay más de 11 millones de personas que viven en esta situación.
Las otras historias para dar rostro a quiénes viven las consecuencias de la desigualdad extrema las escriben Alejandra Sánchez Inzunza y José Luis Pardo, Eileen Truax, María Luisa López, Óscar Balderas, Karla Casillas, Valentina Pérez Botero, Laura Castellanos, Concepción Peralta Silverio, Sandra Romandía, Témoris Grecko y el propio Frausto, junto un grupo más de fotógrafos, videógrafos, editores y realizadores.