La oposición superó hoy en el pleno de la Cámara de Diputados los 342 votos necesarios para que prosiga el proceso contra la presidenta Dilma Rousseff, con lo que el Senado decidirá si inicia un juicio con miras a su destitución.

 

Con 367 votos a favor, 137 en contra, siete abstenciones y dos ausencias, los promotores del proceso alcanzaron la preceptiva mayoría de dos tercios de los votos.

 

Los diputados y estallaron en algarabía al grito de “Fuera Dilma”, en medio de las protestas del oficialismo que respondía “no habrá golpe”.

 

“Cuanta honra me reservó el destino para dar este grito en nombre de todos los brasileños”, dijo el diputado Bruno Araújo, del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), el anunciar el voto que le garantizó la victoria a la oposición.

 

En medio del alborozo y las lágrimas de algunos diputados del oficialista Partido de los Trabajadores (PT), la votación continuó en medio del festejo opositor, que se replicaba en las calles de decenas de ciudades del país, en las que el resultado fue seguido por fuegos artificiales y el mismo grito: “Fuera Dilma”.

 

El próximo paso del proceso estará en manos del Senado, que a partir del martes iniciará los trámites para decidir si se abre el juicio político contra Rousseff, lo cual puede ser definido en unos veinte días.

 

La votación en la Cámara baja estuvo precedida de debates que se celebraron en forma ininterrumpida desde el pasado viernes y en los que la oposición ya había insinuado que contaban con los votos necesarios para aprobar el proceso.

 

Si el pleno del Senado respalda la posición de la Cámara de Diputados, Rousseff será sometida a un juicio político con fines de destitución y deberá separarse del cargo durante un plazo de 180 días, que será el tiempo que tendrá la Cámara Alta para el proceso.

 

En ese período, su cargo será ocupado por el vicepresidente Michel Temer, líder del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), que hace dos semanas rompió con el Gobierno y decidió apoyar el proceso con miras a la destitución de Rousseff. (Con información de EFE)

 

 

 

 

Congreso de Brasil inicia sesión para definir futuro de Rousseff; Brasilia amancece blindada

 

La Cámara de Diputados de Brasil inició la sesión histórica en la que decidirá si comienza un juicio político contra la presidenta, Dilma Rousseff, por cargos de violar normas fiscales y manipulación de las cuentas presupuestarias.

 

Al arrancar la sesión en al Cámara situada en la Plaza de los Tres Poderes, el corazón político del país, el presidente de la Cámara baja, Eduardo Cunha, abrió con un discurso en que detalló las acusaciones contra Rousseff.

 

Cunha ha sido el diputado que más ha impulsado gestiones para destituir a la presidenta.

 

La votación comenzó alrededor de las 14:00 hora local (12:00 hora Ciudad de México) y se calcula que no durará menos de siete horas, fue precedida por más de dos días de debates ininterrumpidos, que comenzaron el viernes y concluyeron esta madrugada.

 

La crisis política en Brasil, ocurre mientras el país enfrenta su peor recesión desde la década de los 30, y ha dividido al país en el que la presidenta Rousseff y su vicepresidente, Michel Temer, quien la sucedería si es destituida, han sido los más confrontados.

 

En una intensa ronda de negociaciones de última hora, Rousseff parecía recuperar el sábado apoyo de algunos legisladores, sin alcanzar el tercio de votos necesario en la Cámara de 513 escaños para evitar ser sometida a un juicio político en el Senado, que tendrá la palabra definitiva sobre el proceso, fundamentado en unas maniobras fiscales supuestamente irregulares que el Gobierno niega..

 

El predecesor de Rousseff, Luiz Inácio Lula da Silva, lideró la ofensiva negociadora para mantenerla en el cargo e hizo que gobernadores de varios estados presionaran el sábado a los parlamentarios.

 

Brasilia amanece blindada

 

La capital brasileña amaneció este domingo blindada con cuatro mil policías en su zona central y otros siete mil listos para “entrar en acción”, ante las multitudes que se prevé van a acompañar la votación en la Cámara baja que definirá el futuro de la presidenta Dilma Rousseff.

 

 

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Las autoridades calculan que para la hora de la votación pueden llegar a concentrarse en los alrededores del Congreso unas 300,000 personas, entre las que exigen la destitución de Rousseff y aquellas que califican el trámite como un “golpe de Estado”.

 

Las manifestaciones a favor y en contra de la mandataria han sido convocadas en decenas de ciudades del país, en las que, al igual que en la capital, se instalarán en las calles pantallas de televisión gigantes para que las multitudes sigan el desarrollo de la votación.

 

Para que el proceso avance, la oposición necesita 342 de los 513 votos posibles y todos los sondeos hechos por la prensa local apuntan a que los diputados a favor del “impeachment” obtendrían una victoria.

 

La sede del Congreso se sitúa en la céntrica Plaza de los Tres Poderes, frente al Palacio presidencial de Planalto y el edificio de la Corte Suprema, en uno de los extremos de la avenida Explanada de los Ministerios, donde se concentra todo el poder público nacional.

 

El tránsito de vehículos en esa avenida está cerrado desde el viernes y sus amplios jardines centrales fueron divididos por una enorme valla, de casi un kilómetro de longitud y dos metros de alto, que separará a los manifestantes.

 

Esa división puede tener hasta un cierto carácter “ideológico”.

 

En el lado izquierdo, mirando al Congreso, se ubicarán los movimientos sociales y sindicatos favorables a Rousseff, mientras que el derecho será ocupado por quienes promueven la destitución, más identificados con el centro y la derecha.

 

Si el proceso avanza, el Senado deberá pronunciarse y decidir si acepta las acusaciones e instaura el juicio político.

 

En ese caso, Rousseff sería separada del poder durante 180 días, que sería el plazo que el Senado tendría para realizar el trámite que pudiera concluir con su destitución.

 

Durante ese período, el lugar de Rousseff sería ocupado por el vicepresidente Michel Temer, quien rompió sus relaciones con la mandataria y ha dedicado las últimas semanas a consultas sobre lo que sería su posible Gobierno, pues si se llega a la destitución deberá completar el mandato que acaba el 1 de enero de 2019.