Tigres sufrió para eliminar a un acorazado llamado Gallos Blancos, pero al final, los felinos se impusieron 2-0 con goles de Andre-Pierre Gignac y avanzaron a la Final de la Concachampions. Suena algo loco que Tigres, con ese tamaño de plantel, no aplaste a sus rivales, pero ayer tampoco lo hizo con Querétaro.

 

Sí, es dominador, toca, controla, tiene el balón, incluso las oportunidades más contundentes, pero pasa algo en la definición que no llega en las cantidades que una artillería como la felina debería obtener. Ayer, Aquino volvió a hacer estragos en la zaga enemiga, pero remató por un costado. Lo mismo sucedió con Damm, quien se cansó de desbordar a los Gallos, pero sus centros no encontraban la cabeza necesaria para incrustarse en la red.

 

¿Y Gignac? Hace rato que al francés se le secó la pólvora y hoy le cuestan las celebraciones. Ayer tuvo su primera oportunidad pasado el cuarto de hora de partido, pero de nuevo, como en la Liga, como en los últimos partidos, el resultado fue el mismo: desviado.

 

¿Y Sobis? Por el mismo camino, mucho nombre, mucho peso específico, pero falta puntería de gol. Por eso Querétaro no desesperó y aguantó. De hecho, los Gallos no tuvieron su primer tiro de esquina hasta el minuto 25, ocupados los queretanos en no dejar espacios atrás y pescar alguna oportunidad que les permitiera la campanada. Así se extinguió el primer lapso.

 

En el complemento, Tigres se metió en serios problemas cuando, al minuto 71, Edgar Dueñas se fue expulsado por una falta sobre Benítez que le costó su segunda amarilla, situación que de inmediato empezó a aprovechar el visitante con un disparo hacia la meta de Nahuel, a cargo de Domínguez. Y entonces, cuando peor se veían las cosas para Tigres, vino el doblete de Gignac (minutos 84 y 88) para calificar a Tigres a la Final de la Concachampions, donde buscará un boleto para el Mundial de Clubes.