Me gustan los directivos que piensan diferente. Esos de los que ven más allá y que no pertenecen a las aburridas y esquematizadas formas de trabajar. Gente con ideas frescas que busca sacudir y transmitir nuevos métodos para trascender.

 

Alejandro Irarragorri, por ejemplo, logró establecer nuevos mecanismos de trabajo buscando alianzas estratégicas tanto en lo comercial como en lo deportivo. Sus apuestas son arriesgadas y, como todos en el deporte, ha ganado y perdido, aunque más de lo primero.

 

Si de innovación se trata, es obligada la referencia en el estado de Hidalgo con la familia Martínez, donde si bien el eje conductor lleva como nombre Jesús, hay muchas mentes brillantes que empujan día con día no sólo al equipo de futbol, sino a la gigantesca corporación que se ha levantado en Pachuca y que no solo contempla todas las áreas que se relacionan con un equipo de futbol, sino que buscaron ir más allá.

 

Y no se trata sólo de tener dinero: los equipos no construyen su grandeza con billetes y monedas, y mire que hay ejemplos de sobra que respaldan esta teoría.

 

Se trata de un medio tan ridículamente celoso que le hace el feo a la gente nueva por no ser considerada “de futbol” y, obvio, por el gran negocio que implica pertenecer a ésta en muchas ocasiones disfuncional, pero encantadora familia.

 

Bienvenidos pues quienes aporten nuevas ideas. Pero incluso en esta frescura se corren riesgos; las líneas son exageradamente delgadas; confunden la originalidad y la apertura con la imprudencia, por decirlo de alguna manera.

 

Jorge Vergara ha tropezado varias veces con la misma piedra. Un empresario exitoso que no ha podido equiparar los triunfos de su emporio con los del futbol. En la misma línea encontramos a su nuevo director general, José Luis Higuera, de quien francamente conozco muy poco, pero no puedo, bajo ningún concepto, dudar de su capacidad si ocupa una de las sillas más importantes en la corporación de Vergara. Atrevido y distinto a los demás, ha confundido la franqueza y espontaneidad con faltas de respeto.

 

Colocar una encuesta en Twitter preguntando a sus aficionados qué portero les gustaría como refuerzo del equipo, rebasa los límites de la apertura que pueden ofrecer las redes sociales. Primero, porque Guadalajara tiene gente capaz en esa posición; segundo, porque no es la manera de explorar nuevas posibilidades. La falta de respeto va para su gente y hacia los otros jugadores que incluyó en la lista, va para ellos y las instituciones a las que pertenecen.

 

Puedo entender nuevas formas de búsqueda de refuerzos, que abarque visorias, consejos, proyectos a futuro, soluciones inmediatas, etcétera, pero, ¿contratar jugadores en base a un concurso de popularidad?

 

El calificativo se lo dejo a usted. Yo sólo puedo decir que, en parte, agradecemos que el futbol no agote nuestra capacidad de sorprendernos.

 

El aviso oportuno futbolero es algo que no había visto nunca. Ya no sé si reír o llorar.

 

¡PLOP!