BERLÍN. El populismo de derechas de Alternativa para Alemania (AfD) fue el vencedor moral de las elecciones celebradas en tres “Länder” del país, donde la crisis migratoria pasó factura a la gran coalición de Angela Merkel mientras esa formación de nuevo cuño se disparó a porcentajes de hasta 24%.

 

“Es un buen día para la democracia. La catastrófica línea de Merkel ha abierto los ojos a la gente“, proclamó la exultante Frauke Petry, de 40 años y rostro del AfD desde 2014, en una jornada electoral que ha catapultado a su partido a la posición de segunda fuerza tanto en Sajonia-Anhalt (este) y a tercera en Baden-Württemberg (sur) y Renania Palatinado (oeste).

 

Los porcentajes alcanzados por esa formación de tintes xenófobos son más que el previsto toque de advertencia a los conservadores de Merkel o sus socios socialdemócratas de coalición: alrededor del 24% alcanzaron en el estado federado del este, mientras que en el del sur lograron 15% y en Renania Palatinado quedaron en 12.4%.

 

AfD nació en 2013 como aglutinante del voto euroescéptico contra los rescates a Grecia, pero adoptó ante la crisis migratoria la vía populista, tras defenestrar a la que fue su cúpula fundacional neoliberal para erigirse en representante del voto de protesta contra la llegada de refugiados.

 

Los tres “Länder” conquistados dan ímpetu a la formación de cara a las generales previstas para 2017, después de que en 2013 no obtuvieran escaños, al quedar en el 4.6%, unas décimas por debajo del listón del 5% mínimo para acceder a representación parlamentaria en Alemania.

 

Hasta ahora ningún partido del espectro ultraderechista logró salvar, a escala federal, esta especie de blindaje incluido en el sistema electoral alemán precisamente como cortafuegos para formaciones extremista.

 

Las formaciones de este ámbito han obtenido escaños en algunas cámaras regionales o corporaciones locales, pero nunca alcanzaron el Bundestag (parlamento federal).

 

Los porcentajes logrados por la AfD la enfilan hacia el Parlamento federal, lo que sería un hito para el nuevo populismo de derechas, a imagen del ascenso de estas formaciones en la vecina Francia, Polonia y países escandinavos.