Durante una conversación reciente con una adolescente, alrededor de cómo crear una plataforma de contenidos digitales que sea relevante para la tan sonada generación “Millenial”, o la que sigue (ya llamada “Z”, o “Centennial” en diferentes círculos), pregunté expresamente qué se necesita hacer para motivarla a leer noticias, suponiendo que son de las categorías de su interés. La respuesta, además de contundente, representó una pista ineludible de lo que puede convertirse en un nuevo gran movimiento en la arena de las redes sociales, no solo para quienes generan contenidos, sino para muchos otros que buscan hacer de la Red tierra fértil para crecer diversas ideas de negocio: “Que me aparezcan en Snapchat”.
La palabra “Snapchat”, es bastante conocida en quienes estamos familiarizados con las tendencias digitales, y principalmente, entre jóvenes de entre 13 y 25 años de edad. No conocer Snapchat es no formar parte de una nueva ola de comunicación móvil (la siguiente a Whatsapp, podríamos decir), pero la situación no es precisamente la misma en gente por arriba de los 30 años, y quienes están familiarizados con los ya “mainstream” medios sociales como Facebook y Twitter principalmente. No al menos de la forma tan masiva como quienes iniciaron su adolescencia acompañados de un teléfono móvil.
La idea, aparentemente simple como muchas otras creaciones maestras de la era digital que han revolucionado la forma en que nos comunicamos, representa en cierta medida, una evolución de la forma como las herramientas sociales se han utilizado. Agrega una capa de privacidad (nunca cubierta al 100%), en una era donde el cyber bullying y la irresponsabilidad de los mismos usuarios para compartir ciertos contenidos, se volvieron pan de cada día. Y es por estas características, ideal para un público adolescente, y seriamente cuestionada por un público más adulto que la ve como una plataforma peligrosa y que promueve el intercambio de contenido personal con alta carga sexual.
Pero Snapchat, lejos de quedarse con esa gran propuesta de valor para los adolescentes, ha ido evolucionando paulatinamente su plataforma. Hace no mucho tiempo, agregaron “Discover”, una opción que permite visualizar contenidos de algunos de los medios más importantes en el mundo como CNN, National Geographic, ESPN y Vice Media, entre otros, precisamente presentados en formato “Snap”, es decir, pequeños clips de video con apenas una probada de la información, suficiente para este tipo de consumidor digital. Su más reciente movimiento, es a mi parecer, una jugada maestra pues abre la puerta para que lo que ha sido tan doloroso en múltiples plataformas digitales, -los modelos comerciales-, tengan una diversificación y no se centren tanto en la cada vez más compleja alternativa de ganar dinero solamente mediante publicidad.
Después de invertir en la plataforma de comercio móvil Spring, contratar talento, y hacer algunas asociaciones como la editora de revistas Hearst, Snapchat empieza a moverse hacia el comercio electrónico. De acuerdo con Joanna Coles, miembro del consejo directivo de Snapchat y Editora en Jefe de la publicación Cosmopolitan, éste empezará a realizarse a través del canal “Sweet” de Snapchat, cuyo slogan es “ama algo nuevo cada día”, mediante el que hoy se muestran contenidos enfocados en moda y estilo de vida, pero que eventualmente permitirán llevar a cabo compras, sin necesidad de salir de la experiencia de Snapchat.
Algunas estimaciones valoran a Snapchat en 10 mil millones de dólares (Facebook habría ofrecido 3 mil para comprarla en 2013), y su base de usuarios a nivel mundial supera los 100 millones. Snapchat reporta que se generan alrededor de 9 mil “snaps” por segundo, es decir, cerca de 800 millones de “snaps” al día. Su audiencia es creciente, su valor de mercado también, al tiempo que mantiene un ojo en la innovación de producto, además de que prepara su futuro en base a modelos de negocio variados. Solamente el destino nos dirá qué pasa con esta “app”, pero algunas señales parecen indicar que podríamos estar frente al siguiente Facebook de las redes sociales.