Seguramente recuerdan esta película hecha por mexicanos que habla del poder de la fe en donde un niño se cree con la capacidad de mover una montaña. Ese gran pequeño logra la fortuna de hacer coincidir su determinación con un sismo que literalmente mueve a todos. Ahí se ganó el respeto de todos.

 

El Banco de México es ese little boy que se le paró enfrente a la montaña de la turbulencia mundial y les advirtió que a partir de ahora hará todo lo que sea necesario para combatir cualquier especulación dirigida al peso mexicano y para cuidar que la tormenta externa no afecte más las variables internas.

 

Y con la suerte de aquel pequeño de boina y pantalones cortos, la Junta de Gobierno del Banco de México, la comisión de cambios y la Secretaría de Hacienda contaron con la suerte del temblor que generó el cambio en la tendencia de los precios del petróleo.

 

Desde que Arabia Saudita y Rusia firmaron un acuerdo de congelamiento de su producción petrolera quedó la idea que había al menos ya le había caído el veinte a los árabes sobre el impacto negativo de los precios tan bajos en sus propias finanzas.

 

Quedan dudas razonables sobre la seriedad de los firmantes para cumplir con su palabra, pero al menos hay una influencia positiva en el mercado. Eso y la noticia de que la producción de Estados Unidos tenderá a disminuir por los bajos precios de los hidrocarburos.

 

Sabemos que hay una relación directa entre los precios del petróleo y el comportamiento de la cotización del peso frente al dólar. Influye la percepción de que México es una economía altamente dependiente en lo fiscal de esos ingresos.

 

Entonces, en el momento que las autoridades financieras mexicanas elevaron las manos para frenar el embate en contra del peso con sus medidas fiscales, monetarias y cambiarias, en ese instante empezó el temblor del petróleo y ayudó a replegar al dólar frente al peso.

 

Y en esas estamos, el petróleo sube y el peso se estabiliza junto con el resto de las monedas emergentes y los mercados bursátiles que también encuentran respiro en ese indicador.

 

La verdadera prueba de fuego para las medidas adoptadas por las autoridades de Hacienda y Banxico vendrá en ese momento, porque tendrá que llegar, en que los precios del petróleo nuevamente tiendan a la baja.

 

Estamos lejos de que el mundo petrolero haya logrado revertir la tendencia de precios bajos. La producción se mantiene alta y la demanda deprimida. Así que veremos nuevos episodios de especulación con los precios del crudo.

 

Ahí veremos la capacidad de defensa del blindaje de las reservas internacionales aplicadas de manera discrecional.

 

Por cierto que a partir de ahora se convierte en un indicador financiero semanal importante el nivel de reservas que da a conocer el Banco de México los martes.

 

Tendremos oportunidad de saber si el aumento en las tasas de interés equilibra la diferencia en los rendimientos de Estados Unidos, la discrepancia cambiaria y el riesgo país, o bien si se exige más premio por parte del mercado.

 

En fin que la prueba de fuego para las medidas preventivas, como gustan en llamarlas, vendrá cuando regrese la siguiente ola especulativa que por ahora se ha tomado su tiempo con ese rebote de los precios del petróleo.