EL PASO. De Utah, EU, a Ciudad Juárez, México, hay 15 horas de carretera, una distancia que Mia y su familia recorrieron en una caravana de tres vehículos para poder estar hoy cerca del papa Francisco: “Venimos a ver a Dios”, confesó.

 

Son una muestra de los centenares de latinos que, procedentes de todos los rincones de Estados Unidos, han cruzado a México para asistir en vivo a la visita del Pontífice a la frontera.

 

La mayoría son de El Paso, Texas, una ciudad de 675 mil habitantes con un 80% de población hispana que comparte algo más que una división fronteriza con Juárez.

 

Flor Rueda y su hermana Margarita son precisamente de El Paso. A ellas les tocaron dos de las 10 mil entradas que las iglesias católicas a este lado de la frontera rifaron entre sus feligreses para la misa que reunirá esta tarde a 220.000 personas en Ciudad Juárez.

 

Flor y Margarita no quisieron esperarse a la misa y cruzaron ayer martes a Ciudad Juárez “para ver cómo estaba todo” y no quedar bloqueadas en los atascos que se prevé sufrirán hoy los puentes internacionales.

 

Mucha gente quiere ir, pero tiene miedo a cruzar a México. Algunos por la violencia, otros simplemente porque no tienen pasaporte y no podrían regresar. Ese es un problema”, explicó a Efe Rueda, quien tiene familia al otro lado de la frontera.

 

Aunque Ciudad Juárez no es lo que era, la inseguridad sigue en boca de muchos: “No hablen mucho para que no sepan que no soy de aquí“, aconsejaba este martes una mujer a un grupo de amigas llegadas desde California para la ocasión.

 

Muchos de los que viajan lo hacen sin entrada para la misa -como hacen los hooligans ingleses en las citas futbolísticas de nivel-, con el único objetivo de ver al papa Francisco de cerca cuando pase con el papamóvil y quedarse con el recuerdo.

 

Es el caso de Mia y su familia, que llenaron tres vehículos desde Ogden, Utah, aún sabiendo que con suerte verán pasar al Papa de forma fugaz. Ellos también tienen familia en Juárez y su plan ha sido estar desde temprano en un buen algún lugar del recorrido.

 

Sus hijos y sobrinos los acompañan y espera, “ojalá”, que el Pontífice pueda bendecir a alguno.

 

Invirtieron el martes, ya en Ciudad Juárez, para aprovechar la buena salud de la que goza el dólar frente al peso mexicano y comprar todo tipo de recuerdos de la histórica visita: un montón de crucifijos, bolsas de tela, llaveros y camisetas.

 

A la frontera también han llegado -y siguen llegando- caravanas con latinos procedentes de ciudades como San Antonio, Texas, o Albuquerque, Nuevo México, muchos con viajes organizados por sus parroquias.

 

Además, harán acto de presencia todo tipo de activistas -también latinos- como el grupo “Aquí Estamos”, a favor de los derechos de la comunidad de lesbianas, gais, transexuales y bisexuales, o “Domésticas Unidas”, una agrupación de trabajadoras del hogar.

 

Aunque el Papa estuvo en septiembre en Estados Unidos, muchos hispanos se sienten más próximos al mensaje con el que el Pontífice llega a Juárez, dirigido a la migración.

 

Según el obispo de El Paso, Mark Seitz, las palabras del Pontífice se escucharán en Washington, Ciudad de México y las capitales centroamericanas por el trato “inhumano” que reciben hondureños, salvadoreños y guatemaltecos en todo su proceso migratorio.

 

Está previsto que el Papa finalice su misa a las 18.00 hora local y con ella, su visita a México. Será el momento para todos los hispanos llegados para la cita de regresar a Estados Unidos.

 

Flor y Margarita quieren evitar aglomeraciones y volver a El Paso lo antes posible, pero quizás se queden una noche más en Juárez: “Un amigo que trabaja en migración me dijo que habrá filas de hasta cinco horas en los puentes”.