Actualmente todavía existen personas a las que les molesta que les digan Chilango. “Yo nací en el DF y los chilangos son los que vienen de provincia a vivir acá”, responden ofendidos y a la defensiva.

 

Y en el otro lado está un grupo, que cada vez es más numeroso, que ha asumido el adjetivo como un gentilicio, o, simplemente, no le da la categoría de insulto.

 

Hay marcas de varios productos que parten de esa palabra. Y quienes las usan no tienen ningún problema.

 

Cuando la Real Academia Española incluyó Chilango como gentilicio de la Ciudad de México, hubo indignación y debate. No se podía aceptar que “un insulto” se tomara para referirse a los habitantes de la capital del país por un órgano tan respetable como la RAE. Hoy todavía tiene esta definición:

 

“Chilango”.

 

1. adj. coloq. Méx. Natural del Distrito Federal, en México

 

“2. adj. coloq. Méx. Perteneciente o relativo al Distrito Federal o a los chilangos.

 

Existen muchas versiones sobre el origen de la palabra, algunas señalan que proviene del maya “xilaan”, que significa pelo revuelto. Pero eso no tiene mucho que ver con la carga peyorativa, con la que se aplicó durante muchos años. Hasta la fecha, todavía hay algunos que lo toman así.

 

Hay una historia popular que se refiere al capitalino engreído y a veces gandalla que llegaba al interior de la república con un complejo de superioridad y de galán, que causaba molestia. En ese contexto alguien le dijo a una joven: “qué le ves a esa persona. Tiene cuerpo de chile y cara de chango: es un chilango”.

 

Finalmente, la palabra se tomó para insultar a los capitalinos que llegaban a diferentes estados, municipios y pueblos en ese plan. Y el insulto se radicalizó y llegó a formar parte de un discurso de odio que repetía una y otra vez: “haz patria, mata un chilango”.

 

Los vecinos del Distrito Federal, asumieron entonces una actitud a la defensiva y para descalificar el insulto respondían: “los chilangos son los que llegan de provincia al DF”, con la finalidad de descalificar a los habitantes del interior de la república.

 

El Instituto Electoral del DF utilizó esa palabra en una campaña que se llamaba: “Vota Chilango” y también causó debate en algunos sectores.

 

El tiempo ha pasado y como el español es una lengua viva, el significado poco a poco cambia.

 

El insulto se disuelve en el humor. Incluso surgió una frase que alguien, con un fuerte sentido empresarial registró: “haz patria, ama a un chilango”. Luego aparecieron algunos restaurantes y grupos que tomaron como gentilicio la palabra. Pero aún sigue incomodando a algunas personas.

 

Así sucedió con la palabra “naco”, pasó de ser un insulto para algunos, a un chiste. Surgió el grupo “Los Nacos” en el 68; luego Botellita de Jerez y el movimiento “Ser naco es chido”, hace unos años “un vivo”, diría mi abuelita, registró el término y sacó a la venta la marca de playeras y tenis “Naco”.

 

Así son ese tipo de insultos, tan endebles que se disuelven en el humor. Por eso cuando alguien me pregunta: “¿Eres chilango?”, les respondo: “Sí, soy chilango”. 😉