KAMPALA. El baile como el camino para alejarse de las drogas y superar la pobreza y la exclusión. La premisa parece difícil de creer, pero es la historia de Musgisha Frank y Hamuza Prims, quienes pudieron alejarse de las adicciones a través del movimiento armónico de sus cuerpos.

 

Musgisha y Hamuza viven en los barrios populares Makinde y Kibuli, respectivamente, de Kampala, capital de Uganda. Ellos decidieron darle la espalda a la moda de aspirar queroseno y mejor utilizar su cuerpo como el arma para transformar su realidad.

 

Musgisha vive con ocho de sus doce hermanos. Era un niño tímido y sin interés por nada en particular, hasta que el baile despertó su curiosidad por las artes, y la política.

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Una de las tomas de la fotoperiodista Ana Palacios. Foto: EFE

 

En tanto Hamuza, de 15 años, quien vive con seis hermanos en el gueto de Kibuli, en donde la moda de esnifar queroseno dejó eso atrás con la danza. “No hay mejor droga que soñar despierto, con querer formar parte del ballet nacional”, asegura.

 

“El arte es una herramienta para generar el cambio, en ellos mismos y en la sociedad, crea ciudadanos educados con pensamiento crítico, genera solidaridad, cohesión, desarrollo del sentido de justicia y aprenden a expresarse en público, lo que les genera autoestima“, afirma la fotoperiodista Ana Palacios.

 

Palacios se ha encargado de capturar los mejores pasos de los niños y publicar su trabajo en las páginas de Art in Movement, un libro sobre la ONG española In Movement, que trabaja en Kampala combatiendo la marginalidad a través del arte, a la que se destinarán los beneficios generados por esta obra.

 

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El baile como el arma para transformar la realidad. Foto: EFE

 

El objetivo no es convertir en artistas de alto rendimiento a los más de 300 niños y adolescentes que el centro atiende, sino utilizar el baile como pretexto para sacarlos de las calles y darles acceso a una educación.

 

La organización no gubernamental también realiza campamentos en escuelas como Hope North, un internado para los descendientes de los niños soldados de la guerra, y trata de fomentar a la creatividad no sólo a través de la danza, sino con disciplinas artísticas como el grafiti, la pintura, la fotografía, o la escritura creativa: “Tocan todas las que pueden y llevan profesores invitados con frecuencia”, explica Palacios.

 

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Gracias al baile, algunos niños han obtenido becas en Europa. Foto: EFE

 

Sin embargo, algunos niños han destacado en sus actividades artísticas al grado de conseguir becas para irse a Francia, y dos de ellos están en Rumania con una beca de baile, cuenta la fotógrafa, porque en este contexto africano el baile es la droga que les permite a estos niños soñar despiertos.