Desde hace más de un año hemos visto como el peso pierde terreno frente al dólar y en aquel momento inicial esperábamos que se tratara de algo temporal y que pronto regresáramos a los tiempos del súper peso.

 

Pero no, pasaron los meses y el peso se mantenía en el mismo carril que muchas otras monedas del mundo, en el de la pérdida de valor frente al dólar de Estados Unidos.

 

Y entonces lo que esperábamos era que tal depreciación empezara a notarse en los precios de nuestra economía, tal como nos habíamos acostumbrado por décadas en este país.

 

La cadena de desgracias financieras se anunciaba con una devaluación y de ahí seguía la alta inflación, las altas tasas de interés y la crisis financiera. Hoy que ya vimos pasar la cotización de los 13 a los 17 nos damos cuenta que en esta ocasión el dólar nos hizo los mandados.

 

Claro que cualquiera que estuviera acostumbrado al shopping en Miami o en McAllen dirá que lo han pasado peor que nunca, porque ya no rinde igual el presupuesto para el outlet o el mall.

 

También los que suelen comprar en línea desde Estados Unidos se toparon con la novedad de que sus productos on line se convirtieron en algo inalcanzable.

 

En las tiendas mexicanas, las computadoras, celulares o equipos electrónicos de última generación subían sus precios porque su importación se hace en tiempo real y su venta es entre los consumidores de alto poder de compra en México.

 

Pero la gran mayoría de los precios de la economía mexicana se han mantenido inalterados por la depreciación.

 

Lo que es más, los cambios estructurales en el sector de telecomunicaciones y la combinación de la reforma energética y los subsidios han provocado bajas importantes en las cuentas eléctricas y bajas en los precios.

 

Los bajos niveles de consumo que se mantenían a principios del año poco a poco se han revertido y si bien hoy no tenemos consumidores eufóricos inundando las tiendas, es un hecho que los desconfiados compradores empiezan a despertar.

 

La inflación general está en un sorprendente 2.27% anual, mientras que la inflación de los precios no volátiles, donde puede tener más impacto el dólar, crecieron cero por ciento durante la primera quincena del mes.

 

Al detalle, el subíndice de muebles y artículos para el hogar, donde hay muchos productos importados, tiene una inflación anual de 3.37%. El subíndice de prendas de vestir y calzado, donde también hay artículos de importación, tiene una inflación anual de 2.80%.

 

Los datos inflacionarios, que son tan confiables como lo ha sido siempre el INEGI, comprueban que la inflación mexicana es la de un país más desarrollado que ya no sucumbe ante un indicador como el tipo de cambio.

 

Corresponde a la inflación de un país donde hay competencia y donde los productores y comerciantes sí tenían margen de maniobra para no subir precios y sí obtener ganancias.

 

Y todo tiene que ver con un manejo muy apropiado de esta depreciación por parte de la autoridad monetaria. En lugar de defender al peso como perros o de subir las tasas de interés, entendieron que no era el peso el que se devaluaba, sino el dólar el que se apreciaba frente a las monedas del mundo.

 

Y entender que no era un problema del peso, sino del dólar ha hecho que en esta ocasión el billete verde, ese de los 17 por uno, hoy nos hace los mandados.