La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) elaboró el reporte “Desarrollo Efectivo de Mega-proyectos de Infraestructura: El Caso del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México” (NAICM) –distribuido ayer–, el cual analiza la gobernanza del proyecto, la estructura adoptada para las contrataciones públicas, las prácticas para promover la integridad y la estrategia de comunicación.

 

Dice el reporte que la experiencia mundial indica que los proyectos de infraestructura son especialmente vulnerables a la corrupción, y que la construcción del Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México no está exenta de ese riesgo. Sugiere poner en marcha una estrategia integral para evitar la corrupción y la gestión deficiente durante las distintas etapas del proyecto; destaca que a pesar de las medidas que instituyó el gobierno mexicano a principios de 2015 para promover la integridad en el sector público y reforzar la lucha contra la corrupción, queda mucho por hacer en el organismo encargado del proyecto. Advierte que de no actuar, se pone en riesgo la credibilidad y su eficacia.

 

El Grupo Aeroportuario de la Ciudad de México (GACM) podría establecer políticas sobre conflictos de interés para funcionarios públicos, licitantes y proveedores; crear condiciones para la denuncia interna de actos ilícitos y herramientas y mecanismos, por ejemplo, documentos de licitación estandarizados, monitores de integridad y “señales de alerta” (semáforo rojo).

 

Hasta aquí parte del amplio reporte de la OCDE.

 

Hace casi dos meses comentamos en este espacio que había resultado sorpresiva la renuncia del director general del GACM, Manuel Ángel Núñez Soto, quien, según el titular de Comunicaciones y Transportes, “desarrolló una labor ejemplar, demostró capacidad de concertación y de crear consensos”. ¿Entonces por qué le aceptaron la renuncia?

 

La respuesta la dio el mismo secretario Gerardo Ruiz Esparza: “Con el inicio de las licitaciones –donde se va a gastar mucho billete, acota el columnista– comienza una etapa distinta del proyecto del nuevo aeropuerto. “Ello llama a un perfil diferente, con experiencia en el desarrollo de grandes proyectos de infraestructura”, precisó. Y quién mejor que Federico Patiño Márquez –quien fungía como director corporativo del propio GACM– para sustituirlo, según el titular de la SCT.

 

Bueno, esa es la versión oficial de la renuncia de uno y el nombramiento de otro. Pero para nadie es secreto que entre Núñez Soto y Ruiz Esparza existieron algunas diferencias por el magno proyecto. El secretario “quería meter mano” en muchas decisiones y colgarse las medallas de lo que hacía el corporativo, lo que Núñez Soto toleró al principio porque se entiende que finalmente la SCT es la responsable del proyecto; pero cuando aquél pretendió cambiar algunas reglas del juego, Manuel Ángel se inconformó.

 

Qué casualidad que el relevo se da a unas cuantas semanas de que se anuncien las licitaciones para la cimentación de las pistas, la nivelación y otras obritas, donde existe un apetito feroz de constructoras especializadas, señalan los suspicaces. Y no es para menos porque se van a empezar a gastar los mil millones de dólares que “trae en la panza” el GACM, apuntamos en la Agenda Confidencial.

 

Hoy vale otra exclamación: ¡Qué casualidad, qué casualidad que la OCDE advierta ciertos riesgos de corrupción en el megaproyecto del nuevo aeropuerto!

 

AGENDA PREVIA

 

Los publirrelacionistas de la consejera de la Judicatura Federal, Martha María del Carmen Hernández Álvarez, contraatacan a los malosos que dijeron que andaba promoviéndose para que la tomaran en cuenta para ocupar una de las plazas vacantes que habrá en la Suprema Corte de Justicia de la Nación –que por cierto el Ejecutivo ya envió dos ternas–, y que dijeron que había pasado de “panzazo” para acreditar el examen para magistrada. Y documentan: El Acuerdo 47 del 2004 del Consejo de la Judicatura  exige como mínima calificación para ser magistrado de asignatura más de 80 puntos sobre 100. De modo pues, que no se vale que la quieran desprestigiar. Vale.