Rocío asiste de lunes a viernes a capacitación para poder obtener un empleo o incluso iniciar su propio negocio, y eso la hace muy feliz ya que para esta capitalina de 51 años esto además de un reto, es la única oportunidad que ha tenido, debido a su condición. Nació con trisomia, mejor conocido como síndrome de Down.

 

Es la menor de cinco hermanos, quienes han asumido su cuidado. Creció en el seno de una familia de escasos recursos, por lo que no fue fácil acceder a una atención especializada e innovadora como esta. 

 

Gracias al programa de integración laboral que la fundación Mosaico Down AC ofrece hoy Rocío se dice más independiente y asegura que cada día desarrolla más capacidades, lo que se suma a la felicidad que le da haber hecho nuevos amigos en este espacio.

 

Toma clases de escritura, lógica matemática, reconocimiento del medio y un taller para emprendedores entre otros para que tener un empleo sea una realidad.

 

El programa incluye capacitación en masajes y encuadernación, que toman los interesados como ella en recibir un pago por su trabajo.

 

En julio de 2016 se graduará y estará lista para enfrentarse al mercado laboral. Al igual que otros 22 alumnos de esta primera generación.

 

Además de actividades extracurriculares como terapias de leguaje, taller de Taekwondo, jardinería, clases de música, baile, bisutería, reciclado y ludoteca.

 

 

 

Foto: Cortesía Mosaico Down
Foto: Cortesía Mosaico Down

 

 

 

Plan de estudios a la medida

 

A cada alumno que llega a Mosaico Down se le hace un plan de estudios especializado, para desarrollar capacidades y habilidades que les permitan ser autosuficientes e integrarse a algún actividad que les pueda ser remunerada.

 

En entrevista para 24 HORAS, Alejandra Medina Verdayes, coordinadora de Desarrollo Institucional de la fundación, explicó que el reto para poder integrarlos socialmente es principalmente que puedan aprender cómo se tendrían que comportar en un trabajo, cómo deben presentarse, a quién deben rendir cuentas, tener claro quién es su jefe, además de la capacitación en alguna actividad específica.

 

“Lo que sucede con ellos es que pueden aprender muy bien las materias teóricas, pero muchas de las veces el medio no les ayuda a integrarse, con ellos hacemos dinámicas para ello”.

 

Si bien reconoce que en México aún está en ciernes que las empresas consideren que pueden emplear a personas con esta o alguna discapacidad, su objetivo es buscar sensibilizarlas y abrir espacios.

 

“Esto es una discapacidad intelectual, pero no los priva de poder trabajar como cualquier otra persona. Falta que las empresas vean que pueden obtener el mismo rendimiento y las capacidades que ellos pueden ofrecerles”, dijo.

 

Por ello, una de sus apuestas también es que emprendan su propio negocio.

 

“Queremos ayudar a que ellos vendan sus productos o que sus familias les ayuden a acondicionar un espacio para que puedan brindar su servicio”, indicó.

 

 

Foto: Cortesía Mosaico Down
Foto: Cortesía Mosaico Down

 

 

 

Sólo 3% asiste a una institución educativa

 

De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) y el CONEVAL, en el país hay 250 mil personas con este síndrome, de los cuales sólo mil 500 asisten una institución educativa, es decir el 3%.

 

Alejandra Medina señala que una de las cusas es que la educación especializada tiene un alto costo.

 

Pues inscribir a un niño con Down en una escuela especial tiene un costo aproximado en cinco mil 500 pesos al mes, explica.

 

Por ello, en Mosaico están ciertos que este nuevo programa es un aporte a la necesidad de muchos mexicanos que no encuentran una puerta en donde tocar.