CIUDAD DEL VATICANO. Un niño mexicano de apenas 11 años, cuyo nombre permanece en el anonimato, conmovió a los obispos que participan aquí de una cumbre y que discuten asuntos delicados sobre la familia, como la situación de los divorciados vueltos a casar.

 

Varios clérigos que asisten al Sínodo de los Obispos, reconocieron hoy que el gesto del pequeño les llenó de preguntas y les hizo reflexionar sobre el “drama humano” que viven justamente los divorciados en la Iglesia.

 

La historia del menor fue contada por el obispo de Piedras Negras (Coahuila), Alonso Gerardo Garza Treviño, ante el pleno de los 270 “padres sinodales” justo cuando se debatía ese tema, a puertas cerradas en el Aula Nueva del Sínodo.

 

Garza relató que durante una misa de primera comunión que él presidió en su diócesis un niño, cuyos padres estaban divorciados vueltos a casar y sabiendo que no podían comulgar por eso, tomó su hostia y la partió en tres trozos: una la consumió él y las otras se las dio a sus padres.

 

“Nos hemos conmovido, nos hace pensar en el drama que toca a todas las familias. Nos ha traído tantas preguntas, sea por estas circunstancias y otras. Nos giran en la cabeza, en el corazón, en la oración, no somos indiferentes a estas cosas”, dijo Fouad Twal, patriarca católico de Jerusalén.

 

De hecho, tras la anécdota del niño varios obispos estallaron en un aplauso en un gesto de consenso, demostrando que existe una división entre una parte de los asistentes al Sínodo que están a favor de permitir comulgar a los divorciados y otra parte que se opone.

 

Este es el argumento más polémico de la reunión, que inició el pasado 4 de octubre y se extenderá hasta el domingo 25. El mismo está siendo analizado en estos días por los “padres sinodales” en los “círculos menores”, grupos lingüísticos de trabajo que aportarán criterios de cara a un documento final.

 

Twal, al hablar con los periodistas, reconoció que existe “diversidad de opiniones” entre los obispos y sostuvo que el tema de los divorciados “es un campo muy delicado, casi minado”, en el cual no se puede generalizar.

 

Se pronunció a favor de que se estudie la situación de cada pareja por separado, involucrando al obispo de cada lugar porque es él quien conoce mejor cada caso, pero recordó que las personas unidas en segundas nupcias se encuentran “en estado de desorden” a la luz de la doctrina católica.

 

Por su parte, Mark Colerdige, arzobispo australiano de Brisbane, reconoció que la historia del niño lo conmovió y que la misma demuestra que los clérigos no deben razonar en criterios abstractos sino en términos concretos, pensando en la gente real.

 

No obstante, aclaró que sólo un “padre sinodal” habló abiertamente a favor de readmitir a la comunión a los divorciados vueltos a casar y que el apoyo a esta opción es “más bien modesto”.

 

En cambio insistió que muchos discursos se pronunciaron por promover “gestos extraordinarios de misericordia” hacia las personas en estas condiciones, pero sin llegar a pedir para ellos la comunión.

 

“Muy a menudo estas personas se sienten excluidos de la gran familia de la Iglesia, se sienten dejadas de lado, tienden a aislar. Debemos escucharles, no puede dominar la postura del todo o nada: si no podemos darles la comunión entonces nada”, precisó Colerdige.

 

“Entre el todo o la nada hay un territorio virgen, debemos tener cuidado con los postulados maniqueo del bien o el mal, del blanco o negro, del todo o nada, existen horizontes amplios cuando se habla de experiencias humanas”, añadió.

 

Por otro lado el arzobispo italiano de Parma, Enrico Solmi, señaló que el niño mexicano mostró ejemplo de “una vida auténtica y verdadera”, pero estableció que existen “muchos modos de expresar la comunión con Dios” en la Iglesia, no sólo la comunión.

 

Deseó que el Sínodo no se quede únicamente en aspectos “cosméticos” y que realmente tome decisiones útiles para los fieles. Porque esa reunión significa “caminar juntos” y no “enfrentarse los unos contra los otros”.

 

De esta manera la asamblea episcopal ingresó en su tercera semana de sesiones y en los próximos días los asistentes recibirán un documento final que deberán votar el próximo sábado. El texto contendrá una serie de recomendaciones destinadas al Papa, quien tendrá la última al respecto.  DM