BELÍN. La canciller alemana, Angela Merkel, viaja este domingo a Turquía para reunirse con el presidente, Recep Tayyip Erdogan, una pieza clave a ojos de Berlín en la búsqueda de soluciones para la crisis de los refugiados.

 

Merkel, cuyos sucesivos gobiernos actuaron de freno a las aspiraciones turcas de ingresar en la UE, ha dado estos días un giro a favor de los postulados de Erdogan, mientras a escala interna han crecido las presiones internas sobre la canciller, para que contenga la oleada de peticionarios de asilo llegados a Alemania.

 

En un acto de la Unión Cristianodemócrata (CDU), el partido que preside, la canciller expresó el viernes su “comprensión” hacia la petición de apoyo financiero – tres mil millones de euros- de Turquía a la UE para hacerse cargo de los refugiados que atiende ya ese país y que preferentemente tratan de alcanzar Europa.

 

“Debemos hablar de ello”, sostuvo Merkel, pese a que esa cifra triplica lo inicialmente propuesto por Bruselas, y después de que su gobierno defendiera la posibilidad de que Turquía pase a ser considerado “país de origen seguro”.

 

Berlín hasta ahora se había mostrado reticente a éstas y otras aspiraciones de su socio de la OTAN -y candidato eterno al ingreso en la UE-, además de lugar de origen del mayor colectivo de ciudadanos de raíces extranjeras del país -tres millones, un tercio de ellos nacionalizados alemanes-.

 

Esos recelos parecen haberse disipado ante la necesidad de descongestionar la situación creada por los refugiados llegados a la primera economía de la UE, que según los pronósticos, recibirá este 2015 entre 800 mil y un millón de peticionarios de asilo.

 

Sobre la línea de acogida generosa representada por Merkel han llovido las críticas de su hermanada Unión Socialcristiana de Baviera (CSU) y también de la CDU, mientras los sondeos apuntan a una caída de popularidad, situación anómala para la canciller.

 

El viernes, el Bundesrat (cámara alta) dio el visto bueno a la ley elaborada a toda prisa por el gobierno de Merkel, que acelerará la tramitación de solicitudes, pero también agilizará las expulsiones de quienes vean rechazada su solicitud.

 

En este contexto llegará la canciller a Turquía, país que tiene en su territorio a 2.5 millones de refugiados sirios o iraquíes.

 

En Estambul se reunirá con Erdogan y su primer ministro, Ahmed Ahmet Davutoglu, con la lucha contra el terrorismo de Estado Islámico (EI) y la crisis de los refugiados como ejes de la visita.

 

Que Ankara pida recursos a la UE es algo “que puedo comprender”, dijo la canciller ayer, en uno de los múltiples actos de partido en estos días de Merkel, ansiosa de recuperar la armonía con sus filas.

 

Turquía debe, como contrapartida, cooperar activamente con Grecia en la protección de las fronteras exteriores de la UE, prosiguió Merkel, cuestión no precisamente fácil, ni para Ankara ni para Atenas, en medio del conflicto persistente en torno a Chipre.

 

Merkel cuenta con el apoyo co-gubernamental Partido Socialdemócrata (SPD), cuyo jefe de grupo parlamentario, Thomas Oppermann, expresó su aquiescencia hacia esa línea con Turquía.

 

Desde Amnistía Internacional (AI), por contra, se instó hoy a la canciller a abordar la situación de los derechos humanos ante Erdogan, así como la represión que según la organización sufre la oposición turca y los periodistas independientes.

 

La secretaria general de AI en Alemania, Selmin Çaliskan, recordó en un comunicado las recientes víctimas de los enfrentamientos entre el ejército turco y el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), así como la situación de la población kurda en su conjunto.

 

Todo ello hace inviables, según AI, las “reflexiones” sobre una calificación de Turquía como país seguro, cuestión que recortaría a casos excepcionales el número de refugiados llegados a través de ese país a quienes se reconocería el estatus de asilado.