Desde que ganó el premio a Mejor Debut en el Festival de Cannes de 1977, por The Duellists, Ridley Scott se ha convertido en uno de los cineastas más interesantes, propositivos y finos que ha dado el Séptimo Arte, más allá de ser responsable de varias de las películas más importantes que ha dado el género de ciencia ficción en las últimas cuatro décadas.

 

Con un estilo visual en el que destaca siempre la fotografía, al punto de convertirse en un personaje más dentro de la trama de sus filmes, así como una sólida dirección de actores, Scott se ha caracterizado también por la creación de mundos nuevos (o viejos, según sea el caso), con una marcada atención al detalle de los escenarios, logrando que el espectador se compenetre perfecto con el filme y “viva” la película.

 

Su estilo, usualmente oscuro, ha dejado para la historia del cine joyas como Alien y Blade Runner, y muchos ejercicios interesantísimos en los que muestra, casi como leit motif, a su personaje central luchando contra el destino. Prueba de estos son Thelma & Louise, Black Rain, Gladiador o hasta sus filmes más fallidos, como Robin Hood y Kingdom of Heaven.

 

Pero Scott es un viejo lobo de mar que ahora vuelve por sus fueros con la que quizá es su película menos “Scottiana” de todas, en la que muestra una vena ligera y de humor que mezcla a la perfección con la épica y la ciencia ficción para dar paso a una de las mejores películas del año: The Martian, que aquí en México lleva el espantoso título de Misión Rescate.

 

21 COLUMNA THE MARTIANBasada en la exitosa novela del mismo nombre, escrita por Andy Weir y publicada en 2011, The Martian es sencilla en su premisa, pero poderosa en su desarrollo: Durante una misión en Marte, el astronauta Mark Watney es abandonado por el resto de la tripulación de la misma, que lo cree muerto. Sin una esperanza firme de ser rescatado y con alimento para muy pocas semanas, Watney echa mano de sus conocimientos científicos para tratar de sobrevivir en la mini estación espacial que construyeron en el planeta rojo y darle el mayor tiempo posible a la NASA para planear y efectuar su rescate.

 

Lo destacable de este nuevo trabajo de Scott radica en dos aspectos principales: su firme y experimentada dirección (la recreación visual de la atmósfera marciana, los detalles científicos reales que menciona en el filme, el respeto al sentido del humor que maneja la novela de Weir y la estupenda adaptación de Drew Goddard) y el espectacular trabajo de Matt Damon, quien carga con el peso y responsabilidad de hacer entretenida la película (a pesar de su multiestelar elenco -que incluye nombres como Jeff Daniels, las bellas Jessica Chastain, Kate Mara y Kristen Wiig, Chiwetel Ejiofor, Sean Bean o Michael Peña– la mayor parte del filme muestra al actor en su soledad marciana).

 

Llevando un ritmo que no decae prácticamente en ningún momento, Scott logra conjuntar lo que pocos cineastas pueden: entretenimiento palomero, ligero, con una historia de supervivencia que evita caer en clichés o melodramas innecesarios. Tomando prestados elementos de Robinson Crusoe y de Cast Away (aquí Watney no platica con una pelota, sino con un blog digital que sirve como diario científico y que, al mismo tiempo, lo ayuda a mantener la cordura), Scott hace entretenida, emotiva y emocionante a la ciencia ficción.

 

No, no es la clásica película del género que motive a la reflexión intelectual, al estilo de 2001: Odisea del Espacio o la reciente Interestelar, pero tampoco es una cinta que se sostenga por sus efectos especiales y una trama llena de seres alienígenas asesinos, sino una cinta inspiradora acerca del trabajo en equipo y de cómo la determinación que nos hace humanos para superar las adversidades puede lograr maravillas. Aquí los saltos que da Scott entre la soledad de Watney en Marte y los esfuerzos de la NASA en Tierra para rescatarlo (en el estilo de Apollo 13) provocan que el espectador se mantenga al borde de su asiento.

 

Mención aparte merece su banda sonora, que en la parte instrumental cuenta con el trabajo de un viejo colaborador de Scott (Harry Gregson-Williams), pero donde destaca es en el uso de varias canciones de la era de la música disco (en el filme se explica el porqué de estas elecciones), que enmarcan perfectamente los diferentes estados de ánimo por los que atraviesa Watney.

 

Emotiva, con un gran sentido del humor, heroica y muy humana, The Martian es entretenimiento de altísimo calibre que no se puede dejar de ver.