ATENAS. Después de varias elecciones, crisis financieras, y por si faltaba, arribo de miles de inmigrantes a la isla procedente de Siria, Grecia vivió las elecciones con la mayor tasa de abstención en toda su historia.

 

“Dimos una batalla difícil y estoy muy contento porque el pueblo nos dio un mandato claro para seguir luchando en el interior y el exterior”, dijo Alexis Tsipras en su intervención en la céntrica plaza de Klathmonos, sede electoral de Syriza, ante cientos de simpatizantes.

 

El líder izquierdista agradeció a los ciudadanos haberle dado un mandato claro “para cuatro años” y afirmó que las elecciones lanzan el claro mensaje a Europa de que “Grecia es sinónimo de lucha y dignidad”.

 

Los griegos han optado por dar una segunda oportunidad a Tsipras, quien -porcentualmente- casi ha logrado igualar el resultado obtenido en enero en los segundos comicios adelantados que vive el país en lo que va de año y tras lograr vencer también en el referéndum que convocó sobre la propuesta de acuerdo con los acreedores.

 

Con el 80% de los votos escrutados (al cierre de la edición), Syriza se ha erigido como vencedor con el 35.54% y 145 escaños, por delante de los conservadores de Nueva Democracia, que han logrado un 28% y 75 diputados.

 

Tsipras anunció que repetirá la coalición que formó junto al grupo nacionalista de derechas Griegos Independientes (ANEL) en enero, una colaboración que quedó simbolizada en el abrazo que dio a su líder, Panos Kamenos, tras su discurso.

 

Con más del 3.5% y los 10 parlamentarios conseguidos por ANEL, Tsipras no necesita pactar con un tercer partido para tener mayoría parlamentaria ya que ambos suman 155 diputados -de los 300 que forman la Cámara-, cuatro por encima de la mayoría absoluta, pero siete escaños menos de los que tenían en la legislatura anterior.

 

En los comicios de enero pasado, los izquierdistas rozaron la mayoría absoluta al conseguir el 36.34% de los votos, nueve puntos por delante de los conservadores, que se quedaron en el 27.81%.

 

El presidente de Nueva Democracia, Vanguelis Meimarakis, reconoció su derrota minutos después del inicio del recuento, cuando las cifras apuntaban ya a la clara victoria de su principal rival.

 

“Dimos la batalla con seriedad, al parecer el resultado da la victoria a Syriza y a Tsipras. Le felicito, el resto lo discutiremos”, afirmó Meimarakis en declaraciones a los medios a su llegada a la sede de la formación, cerca del centro de Atenas.

 

Pero, sin duda, una de las grandes protagonistas de estos comicios ha sido la abstención, que rondó el 43%, la mayor registrada en Grecia, donde el voto es obligatorio.

 

La participación llegó tan solo a algo más del 55% del electorado.

 

El neonazi Amanecer Dorado, que rozó el 7% de los votos y logró 18 escaños, se ha erigido como el otro gran vencedor, ya que consigue consolidarse como tercera fuerza parlamentaria y ha incrementado cerca de un punto porcentual su resultado de enero.

 

“El pueblo no ha vivido todavía en carne propia las consecuencias del programa de rescate y por eso ha votado a Syriza”, afirmó el diputado ultraderechista Ilias Kasidiaris.

 

Por detrás han quedado el socialdemócrata Pasok, cuya representación también ha aumentado cerca de un 2% hasta más del 6% (17 escaños), los comunistas de KKE, que mantienen su resultado anterior en torno al 5% (15 escaños), y el centrista To Potami, que con casi un 4% y 11 escaños ha perdido unos dos puntos porcentuales.

 

Desde que se conocieron los primeros resultados de los sondeos a pie de urna, la plaza Klathomonos vibró con la presencia de centenares de simpatizantes que se reunieron para seguir el recuento y posteriormente celebrar la victoria de Syriza al ritmo de canciones y sirtaki, el baile tradicional griego.