Hoy es uno de esos días que están marcados en el calendario financiero del mundo con rojo intenso. Es el día en que la Reserva Federal de los Estados Unidos (Fed) nos dirá si se cumple con la especulación de que en su reunión de septiembre subiría las tasas de interés.

 

No es poca cosa, se trata del primer aumento en el costo del dinero en 10 años y del final de una política monetaria tan laxa como agresiva para reactivar la economía estadunidense.

 

El mundo se volvió adicto a esos dólares y muchos mercados se echaron a dormir confiados en que los enormes flujos verdes harían el trabajo de financiamiento barato que ellos no procuraban.

 

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Pero Estados Unidos está cerca de lograr su objetivo, una tendencia de crecimiento sostenida que haga que una laxitud monetaria se convierta en un riesgo inflacionario más que una ayuda económica.

 

Cuando los bonos del tesoro estadunidenses empiecen a dar mejores rendimientos los capitales volarán naturalmente a ese mercado que es el más seguro del mundo, eso provocará que los mercados de renta variable, los mercados emergentes y cualquier otro instrumento financiero de algún riesgo enfrente una desbandada.

 

Por eso es importante la decisión de cuándo subir las tasas en Estados Unidos.

 

Para que la Fed pueda iniciar un proceso de incremento del costo del dinero, que han adelantado será gradual, puso al menos un par de condiciones: que el mercado laboral muestre una franca recuperación y que la inflación general tienda a 2%.

 

Hoy, el mercado de empleos en Estados Unidos está mejor que en años anteriores, pero aún lejos de poderse considerar como francamente recuperado. Las solicitudes de ayuda por desempleo no bajan de las 250 mil y la creación de plazas nuevas está más cercana a las 200 mil que a las 300 mil que apuntarían al pleno empleo.

 

Y la inflación ha bajado como consecuencia de la baja en los costos de los alimentos y los energéticos. Por lo tanto no hay razones.

 

En el mercado la mayoría cree que hoy no habrá un aumento del costo del dinero, contra uno de cada tres que cree que llegó el momento.

 

Esto constituye un dilema para los especuladores del peso mexicano. Porque sea cual sea la decisión que tome hoy la Fed afectará la relación peso dólar.

 

Si hoy sube la tasa de referencia en Estados Unidos, el peso se presionará y no es descartable que tenga una primera reacción en torno a 17.50 por dólar.

 

Pero si la Fed no mueve la tasa y corrige a la baja sus expectativas de crecimiento y desempeño económico, como dejando ver la posibilidad de que se acabe el año igual, la paridad peso dólar podría experimentar fácilmente niveles inferiores a 16.50.

 

Entonces, los especuladores tienen este día para decidir qué hacer. Si compran dólares y esperan a que suba tras un aumento en las tasas de interés o bien corren a vender los dólares que tienen para evitar que un pesimismo económico de la Fed tumbe sus ganancias.

 

Porque el tercer escenario es que la Fed no suba las tasas pero apunte a diciembre como el momento de hacerlo, eso dejaría la paridad relativamente estable.

 

Por lo pronto, lo mejor de la historia es que aquellos que quieren ganar apostando contra el peso hoy la están sufriendo, por lo que bien vale decir que al menos ¡qué bueno que la sufren por especuladores!