Venezuela no deja de estar presente en los diarios nacionales e internacionales, casi siempre para recalcar una crisis de legitimidad causada por un pésimo manejo de la economía y la limitación de libertades de sus ciudadanos.

 

La semana pasada, el portal de internet de El País publicó un infográfico especial llamado “Comprar en Venezuela”. En éste, el usuario puede revisar el precio en Venezuela de diferentes productos básicos segmentados en cuatro categorías: alimentos, farmacia, tecnología y otros (que incluye gasolina, shampoo y desodorante).

 

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Más allá de las miles de críticas que se le han hecho a este periódico por una supuesta inclinación ideológica, o una especial saña en contra del régimen de Nicolás Maduro, es innegable que la economía venezolana ha ido en picada los últimos años, pero en especial, los últimos meses. El ascenso en el precio de diferentes productos lo demuestra.

 

Ejemplos: una docena de huevos en Venezuela cuesta 289.90 bolívares, equivalentes a 42.68 dólares. En México, el mismo producto cuesta 25.90 pesos, o 1.64 dólares mientras que en Brasil y España, el precio es básicamente el mismo. Para un artículo no básico, como lo es un iPhone, la diferencia es mucho mayor. En Venezuela, éste cuesta 450,000 bolívares, o 2,250 dólares, mientras que en México cuesta 15,699 pesos (993 dólares) y en Brasil 1,112 dólares.

 

Hoy en día, Venezuela cuenta con cuatro tipos de cambio de dólares a bolívares: tres oficiales y uno más cercano al real, que se maneja en el mercado negro. El primero y más bajo, de 6.3 bolívares por dólar, define el cambio para algunos alimentos y medicinas. El segundo, de 12 bolívares por dólar, aplica para “importaciones no prioritarias”, como repuestos automotrices, insumos industriales, alcohol y actividades turísticas. El tercer tipo de cambio aplica para casas de cambio oficiales o productos tecnológicos y venden cada dólar por 200 bolívares. El cuarto y último, para dólares y productos vendidos en la calle de manera irregular, vale cerca de 690 bolívares.

 

El precio no es la única variable que preocupa a la población en Venezuela, sino también la escasez de los mismos productos. Aquellos que se deben importar son cada vez más difíciles de encontrar: se ha afirmado que las largas filas de gente son un panorama cada vez más común fuera de tiendas, farmacias y supermercados.

 

Por su parte, el gobierno venezolano afirma que su proyecto económico-político-revolucionario-antiimperialista-bolivariano está más fuerte que nunca. Para Maduro, la inflación es solamente producto de una guerra económica estratégicamente orquestada por influencias extranjeras opositoras al régimen chavista. Esta premisa también funciona como la justificación perfecta para perseguir a líderes de otros partidos políticos y acotar la libertad de expresión y de asociación.

 

La última cifra oficial de inflación en Venezuela ascendió a 63.4%, una de las más altas a nivel mundial. A partir de febrero de este año, el gobierno venezolano prohibió continuar publicando este dato. Asimismo, las reservas internacionales de este país han descendido 30% desde enero de 2013.

 

La preocupante recesión venezolana se explica en gran parte debido a la caída en los precios del petróleo. Según un estudio de British Petroleum publicado en 2014, Venezuela cuenta con 297 mil millones de barriles en reservas, lo que lo convierte en el país con la mayor cantidad de petróleo en el mundo. De 2000 a 2012, Venezuela ingresó $800 mil millones de dólares por las ventas de este hidrocarburo, basando principalmente la economía nacional en este recurso limitado y fluctuante.

 

El panorama no es nada favorecedor para el régimen chavista. No es exagerado pronosticar que de continuar esta crisis, sumando con la situación de seguridad y de derechos humanos, los venezolanos se alejarán del régimen que todavía se sostiene con millones de votos y comenzarán nuevos brotes de agitación social. La pregunta es quién sustituirá a Nicolás Maduro.