Que Netflix sea la empresa que esté imponiendo las reglas en cuanto a contenidos de series por internet se refiere, no es novedad. Pero que entre en el mercado en español produciendo series dirigidas al público latino, eso sí es de llamar la atención. Su primera apuesta es Club de Cuervos, filmada en México, con talento mayoritariamente nacional y con una trama muy ad-hoc para la idiosincrasia de nuestro país.

 

columna cuervos

 

La empresa de realizarla estuvo a cargo de Jay Dyer, showrunner conocido por series como Californication, quien encontró en Gaz Alazraki y su equipo lo que estaban buscando para llevar a buen puerto el proyecto. Después de haber visto toda la serie (no nada más un par de capítulos, como muchas reseñas que hay en la red han hecho y que pretenden criticar sin adentrarse a fondo en la misma), puedo decir, desde un punto de vista muy personal, que es una buena serie, bien producida, bien dirigida, mejor actuada y con muchos elementos que valen la pena. No, no es una serie perfecta ni mucho menos, pues tiene sus fallas, pero en términos generales es una buena apuesta, que capta la atención del espectador y de la que ya se espera una segunda temporada.

 

De entrada, el equipo que la realiza es muy similar al de la exitosa película Nosotros los Nobles, que fue un éxito taquillero a pesar de ser una comedia ligera sin mayores pretensiones que la de entretener. Aquí, Alazraki y compañía dan un paso más y se adentran, por momentos, en terrenos dramáticos bien construidos y logrados, que ayudan a sostener la trama.

 

Según expresó Dyer al sitio Fast Company, la idea que tenían Alazraki y Mike Lam era realizar una especie de Game of Thrones pero ubicada en el mundo del futbol soccer, con familias peleando por la posesión, en este caso, de un equipo. Y si bien la serie no llega a ser de ese tamaño, su historia es interesante: tras la muerte del dueño del equipo Cuervos de la ficticia población de Nuevo Toledo, sus dos hijos (medios hermanos) creen que llegó sus momento para hacerse cargo del mismo.

 

Por un lado está Chava Iglesias (Luis Gerardo Méndez), quien tiene pocos escrúpulos, está acostumbrado a la vida licenciosa que otorga el exceso de dinero. Por el otro se encuentra, Isabel (Mariana Treviño), mujer metódica, aguerrida, con una visión más responsable de los negocios y que siente que puede hacerse cargo de la presidencia del equipo, pero que tiene que luchar contra un mundo machista y misógino dentro del ámbito futbolero. A ellos se agrega una tercera en discordia, Mary Luz (Stephanie Cayo), quien está embarazada del presunto hijo del fallecido dueño del equipo, quien también reclama parte de la herencia.

 

A lo largo de sus 13 episodios, Club de Cuervos va desarrollando de manera interesante a los personajes. No, emocionalmente no son tan complejos como los de otras series de Netflix como Orange is The New Black o House of Cards, ni la serie tiene ese tono, por lo que de entrada pudiera sentirse como más “telenovelesca”. Pero tampoco era su intención, y tiene cosas que vale la pena analizar. De entrada, destacan las actuaciones de Treviño, Cayo y de Daniel Giménez Cacho, quien da vida al que quizá sea el personaje más cuerdo de la historia, Félix, el vicepresidente del equipo y quien tiene que cubrir, frenar y arreglar todos los desastres que realiza Chava. En el caso de Méndez, quedó tan arraigado su personaje de Javi Noble que es imposible no sentir que se está viendo una versión un tanto bizarra de éste, pero lleva bien el peso de la serie como protagonista principal.

 

Cuenta con una estupenda banda sonora y en la parte técnica está bien ambientada, fotografiada. Es una producción de alto nivel, como se puede esperar de Netflix. Quizá sus únicos defectos sean que es bastante localista (las expresiones, groserías, dobles sentidos y demás son más para el público mexicano que para el resto de Latinoamérica), que tarda un poco en acabar de enganchar al espectador (a partir del tercero o cuarto episodios se pone muy interesante) y que por momentos deja un poco olvidados a personajes secundarios cuya historia ya está en desarrollo.

 

Pero en términos generales, hacia el final de su primera temporada, lleva una progresión lógica de los acontecimientos, con momentos muy destacables, buenos cliffhangers y respetando a sus personajes, con los que es fácil engancharse, lo que augura una mucho mejor segunda entrega de la serie. Si no les gusta el futbol no importa, pues este es el mero hilo conductor de una historia que puede verse en otros ámbitos. Si quieren pasar un muy buen rato, divertirse y ver una serie diferente, no se la pueden perder.