La inversión de 487 millones 456 mil 497 pesos en los 3.2 kilómetros de la avenida Presidente Masaryk fue exagerada e innecesaria, ya que al ser una de las avenidas más caras de la Ciudad de México y tener todos los servicios urbanos, no resultaba una prioridad de rescate en comparación con otras zonas de la capital, como Iztapalapa o las delegaciones del sur, como Tláhuac o Xochimilco.

 

Así lo consideró el maestro en estudios urbanos por el Colegio de México y miembro del Programa Universitario de Medio Ambiente de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Francisco Reynoso, quien opinó que la remodelación de Masaryk es más un “grito desesperado” de los empresarios por recuperar la plusvalía y retener a las grandes marcas que ahí están asentadas.

 

“A Masaryk se le invirtió dinero que otras colonias no han visto en su vida, estamos hablando de casi 500 millones de pesos para arreglar poco más de tres kilómetros de calle de una colonia acomodada, una calle que sirve solamente para hacer consumo de lujo, que estaba en perfectas condiciones”, reflexiona Reynoso Arreola en entrevista con 24 HORAS.

 

Y añade: “con 500 millones de pesos se podrían hacer muchísimas cosas, se podría llevar transporte público a muchos lugares donde no lo hay, mejorarlo, invertir en la mejora del Sistema de Transporte Colectivo. ¿Cuántas personas se mueven en Metro y cuántas personas caminan en Masaryk?”.

 

La inversión que se hizo en Masaryk es 113 veces mayor a la que se hizo la Secretaría de Desarrollo Social para reparar 450 fachadas en el barrio de Tepito, que fue de 4.3 millones de pesos; además es equiparable al costo del Hospital Materno Infantil de Cuajimalpa, el cual se derrumbó el 29 de enero por una explosión provocada por una fuga de gas.

 

Contrastes

 

Reynoso Arreola manifestó que él ve a “empresarios que están empujando la iniciativa para no perder las grandes marcas que son las que pueden pagar esas rentas carísimas”, por lo que desestimó el discurso de la Autoridad del Espacio Público de recuperar la calle para el peatón, ya que “nadie que vaya a comprar un reloj de 100 mil pesos va a caminar”.

 

“Estamos hablando de una calle que no tiene otra función más que ir a comprar, no es una calle que tenga una oferta cultural, que tenga una oferta de espacios públicos, no tiene una oferta de cosas qué hacer sin que implique un gasto, estamos hablando de una calle para la clase pudiente”, criticó.

 

En ese sentido lamentó que hayan sido retirados los comerciantes ambulantes y no se les haya modernizado sus locales para armonizar con la remodelación de Masaryk, ya que esto sólo promueve la inequidad del acceso al espacio público toda vez que la gente que trabaja en los establecimientos no tiene opción de comer en los restaurantes o comprar en las tiendas de exclusivas marcas de ropa.

 

El maestro en urbanismo por el Colegio de México criticó que la rehabilitación de Masaryk demuestra que la Autoridad del Espacio Público, que coordina Dhyana Quintanar, utiliza el discurso de la recuperación de las calles para el peatón como una manera de vender espacios; es “una visión de pequeñas mercancías” cuando esas iniciativas tendrían que estar sucediendo en todas las delegaciones.