Una de las virtudes generadas por el éxito de un emprendimiento es el “efecto multiplicador” que provoca en el contexto que le rodea. Los empresarios que lanzan un negocio generalmente activan una influencia positiva que se extiende a toda su comunidad.

 

Un emprendedor que logra colocarse en el mercado no sólo detona más inversiones, sino que brinda asesoría a otros empresarios en potencia y se erige como un rol modelo que inspira a otros individuos a iniciar sus propias aventuras. En el caso de las mujeres, el “efecto multiplicador” es mucho más pronunciado, sobre todo en países emergentes, donde los casos de éxito de emprendimientos fundados por mujeres tienden  a ser reducidos. Ser emprendedora, sobra decirlo, es una labor que raya en lo heroico.

 

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En principio, las emprendedoras enfrentan la falta de credibilidad y confianza propias de una sociedad machista que aún asocia el empuje de negocio y el compromiso con el sexo masculino. Las mujeres que fundan una pequeña empresa descubren más temprano que tarde que los “techos de cristal” no operan solamente en las compañías ya establecidas. Por otro lado, el acceso al capital continúa siendo el mayor obstáculo para el crecimiento de las Pequeñas y Medianas Empresas (Pymes) pertenecientes a mujeres.

 

A escala mundial, el 70% de este tipo de emprendimientos no tiene acceso a productos y servicios financieros, como cuentas de ahorro y préstamos. Esto da lugar a una falta de crédito mundial para las mujeres que según la Corporación Financiera Internacional (IFC, por sus siglas en inglés), entidad miembro del Grupo Banco Mundial y la principal institución internacional de desarrollo centrada exclusivamente en el sector privado, asciende a 300,000 millones de dólares.

 

La situación es difícil, pero hay signos de esperanza. Hace algunos días, Barack Obama, presidente de Estados Unidos, anunció en la Cumbre Mundial de Emprendedores celebrada en  Kenia que la Corporación de Inversiones Privadas en el Extranjero (OPIC, por sus siglas en inglés), la institución de financiamiento para el desarrollo del Gobierno estadounidense, se asociará con el programa 10,000 Mujeres, de Goldman Sachs, y con IFC para formar el primer servicio internacional de financiamiento dedicado a pequeñas emprendedoras. Con un presupuesto inicial de 100 millones de dólares, se ayudará a financiar nuevos proyectos en los distintos mercados del mundo donde existe un gran potencial para fortalecer a las empresarias e impulsar las economías.

 

Este esfuerzo se une a otras iniciativas prometedoras. El Mecanismo de Oportunidades para Mujeres Emprendedoras (WEOF, por su siglas en inglés), puesto en marcha el año pasado, tiene como objetivo aumentar el acceso al capital de 100,000 mujeres de todo el mundo trabajando con bancos de los mercados locales para que amplíen el financiamiento disponible para emprendedoras.

 

Durante su primer año, el mecanismo ha avanzado en la consecución de ese objetivo y ha cerrado nueve tratos por un total de 180 millones de dólares en nueve países para beneficiar a 25,000 empresarias. Esta nueva alianza ayudará a aumentar el alcance del mecanismo y la cantidad de mujeres que accederán al crédito formal que tanto necesitan.

 

En un texto publicado recientemente en The Huffington Post, Jin-Yong Cai (director general de IFC), Elizabeth Littlefield (directora general de OPIC) y Dina Powell (presidenta de la Fundación Goldman Sachs)  manifestaron que estas acciones ayudarán a llevar más capital a las manos de las emprendedoras: “Esperamos que muchos otros inversionistas y Gobiernos del mundo se unan a esta iniciativas, pues su impacto colectivo y efecto multiplicadora ayudarán a transformar las economías del mundo, para beneficio de todos”. Ojalá que así sea.