No hay duda que Apple es una de las joyas de la corona de los mercados estadunidenses. La revolución patrocinada por esta empresa de alta tecnología ha cambiado literalmente al mundo.

 

Pero esta firma, al igual que todas las demás, no vive de glorias pasadas sino de sus ventas cotidianas y Apple ha decepcionado al mercado, que dicho sea de paso le exige mucho a esta compañía.

 

Hay expertos en ese sector de la tecnología de consumo que pueden explicar si la empresa de la manzanita le ha atinado o no al negocio con sus nuevos productos, pero lo que enfrenta esta y otras tantas empresas de los Estados Unidos es la realidad de un tipo de cambio que encarece sus productos en el exterior.

 

Hay determinadas líneas de producto donde no habrá mayor competencia y el mercado debe asumir los costos extra para acceder a ellos. Pero hay artículos, como las tabletas electrónicas donde la competencia china o coreana ofrece precios más competitivos en el mercado.

 

Por ejemplo, a principios del año una tableta de la compañía de Cupertino, California se vendía en ocho mil 400 pesos, el mismo modelo se vende hoy en 10 mil pesos sin que haya cambiado su precio, simplemente es por la conversión cambiaria de su precio en dólares.

 

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Productos similares de fabricación nacional, o importados de otras regiones mantienen sus precios, esto es lo que en buena medida explica la baja en las ventas de los productos de marca estadunidense y de paso que la inflación mexicana no se haya visto alterada en lo que va del año.

 

Hay que ver qué sucede con los precios ahora que empieza a crecer la demanda interna en México. Los datos de mayo pasado hablan de una recuperación del mercado doméstico que son muy buena noticia para la actividad económica, pero que implican un riesgo para la combinación de mayor demanda y precios de importación más altos.

 

Y es que esa tendría que ser la principal preocupación para la economía mexicana, justamente el impacto que pudiera tener la depreciación del peso frente al dólar en los niveles inflacionarios.

 

Por lo demás, no es tan mala noticia tener un componente adicional de competitividad para los productos mexicanos para un mercado que cada día crece más.

 

La fórmula que ayudó a México a salir más rápido de la crisis de mediados de los años noventa del siglo pasado fue precisamente la combinación del libre comercio con Estados Unidos, la devaluación del peso y el crecimiento sostenido de la economía más grande del mundo.

 

Se disparó la venta de productos hechos en México y eso palió la enorme crisis que enfrentamos en México.

 

Hoy el escenario es de una depreciación mucho menor a la crisis del error de diciembre y la economía mexicana no está en una recesión como la de 1995, cuando la economía se derrumbó más del seis por ciento.

 

Estados Unidos está en plena fase de expansión, sus consumidores tienen dinero y lo empiezan a gastar. Pero algún día sacarán la cartera nuevamente y habrán de consumir miles de millones de dólares de productos hechos en México.

 

El 70% de la economía estadunidense depende del comercio y los servicios, por lo que es evidente que nadie se quisiera quedar fuera de la fiesta de la recuperación económica.

 

La posición mexicana es envidiable por su frontera, por el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, por esa dependencia comercial con Estados Unidos y hoy también por la ventaja competitiva a adicional que aporta el dólar en sus niveles actuales.