Este 7 de junio, 83.5 millones de mexicanos registrados tendrán la opción de votar por un total de 2,179 cargos públicos, incluyendo diputados, congresistas locales, gobernadores, presidentes municipales y delegados.

 

En el año 2000, la llamada alternancia fue aplaudida dentro y fuera de México. Nuestro país fue visto con ilusión como una tierra de estabilidad, de libertades y de cambio. La realidad hoy en día es muy distinta. El fastidio con la clase política se percibe en cada conversación que he tenido durante toda esta época electoral. Tan solo 15 años después, la calidad de la vida política por parte de la ciudadanía ha decaído de tal manera que este fastidio solo se puede ver transmitido a través de la abstención electoral o del voto nulo. Hay quienes, de manera más radical, llaman a un boicot de las elecciones, quemando boletas electorales o intimidando a quienes expresen simpatía por un partido u otro, o simplemente por el hecho de votar.

 

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¿Por qué anular un voto? ¿Qué alcance tiene? ¿Cuáles son sus consecuencias reales?

 

Hay dos videos que han circulado mucho en las redes sociales la última semana. El primero es una explicación por parte de un académico de la UNAM, Roberto Duque, quien explica que por un enredo legal, los votos nulos terminan ensanchando el número de votos válidos de los principales partidos políticos. En el otro, Denisse Dresser explica la importancia simbólica de anular el voto.

 

La desinformación que ha permeado toda la época electoral este año ha alcanzado un nivel tal que la mayoría de la gente termina más confundida. Con este artículo pretendo simplemente dar a conocer mi muy particular, humilde, y tal vez desinformado, punto de vista.

 

La calidad de la participación democrática en el país es un reflejo de la calidad de vida en sí. Ante un panorama de creciente inseguridad y de mayor escepticismo ante las estrategias del gobierno, gran parte de la población joven urbana en México promueve el voto nulo como una alternativa, como una crítica y un rechazo a la manera en la que se ha hecho la política hasta el momento.

 

Sostengo que la idea de que un número elevado de votos nulos afecte a la clase política como un golpe de realidad por parte de la ciudadanía me parece un poco romántica. Así, dudo que el voto nulo repercuta realmente en la configuración política y mucho menos sistémica de México. Puede funcionar simbólicamente en un sentido de protesta, de crítica o de muestra de rechazo, pero será solamente en un nivel individual y simbólico.

 

Más allá de esto, me preocupa el porqué de la búsqueda de una muestra de rechazo tan tajante por parte de la ciudadanía hacia la clase política. La mayoría de la gente que vota nulo o se abstendrá, argumenta que todos los políticos son corruptos, que todos los partidos son iguales, o que nadie representa sus verdaderos intereses o preocupaciones.

 

No coincido. Mantener a todos los partidos o a todos los candidatos me parece simplista y poco informado. Uno puede o no coincidir con ciertas ideologías, pero no creo que el 100% de la clase política o la función pública en México esté sucia de corrupción.

 

En lo que sí coincido, y me parece repugnante, es la degradación en la manera de hacer política de todos los partidos y todos los candidatos. Por igual.

 

Hoy en día, la idea del debate quedó completamente olvidada, y los partidos caen en un juego de descalificación mutua, de reprochar con fantasmas del pasado, en lugar de abrir un espacio de intercambio de ideas. Las propuestas de cada uno de los partidos suelen ser engañosas o poco viables, de manera que manipulan sentimientos y necesidades reales de las masas para convertirlos en votos para después impulsar una agenda distinta. Como afirmó José Woldenberg en entrevista con Reforma, “el spot reduce a su mínima expresión el debate”.

 

Sin embargo, como opinó Alejandro Saldívar en un artículo para Proceso, anular el voto es ceder ante las viejas prácticas de los grandes partidos: conceder favores a grandes asociaciones gremiales, cámaras o sindicatos, siempre y cuando sus afiliados voten por su partido. Es dejar que estas prácticas sigan venciendo al voto independiente.

 

El voto informado y debidamente reflexionado es aquel que tendrá mayor peso en el panorama político que cada quien anhela. El voto nulo simplemente se anula.

 

Tengamos en cuenta que el sufragio es una de las muchas herramientas sociales para cambiar la manera de hacer las cosas. La administración del las elecciones se encuentra en manos de una institución ciudadana, y son ciudadanos escogidos al azar quienes vigilarán la manera en que se manejan las casillas electorales. El escepticismo en torno a esto ya depende de cada quién.

 

A través del voto, este domingo se puede cambiar la configuración de nuestro sistema legislativo, no le quitemos el peso solamente por no tratarse de una elección presidencial.

 

Ya veremos qué sucede.

One reply on “7 de junio de 2015”

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