MADRID. Isco Alarcón alumbró a un Real Madrid aturdido y bajo de confianza tras el porrazo del derbi ante el Atlético, y le guio a un triunfo ante un Deportivo serio que vio de cerca puntuar por momentos, en un ambiente tenso en el Santiago Bernabéu, con Cristiano Ronaldo cabizbajo y alejado de su nivel.

 

El juicio en el Bernabéu dejaba un clima difícil para jugar tras una semana en la que la goleada en el derbi del Calderón y la fiesta posterior de Cristiano Ronaldo provocó que se hablase de todo menos fútbol. La afición madridista acudió con la intención de pasar facturas y señaló a Carlo Ancelotti e Iker Casillas.

 

Se mascaron los nervios en un arranque que marcaría la tarde. Si el duelo ante el Deportivo comenzaba bien llegarían los aplausos. En caso contrario sería complicado brillar entre silbidos. La obligación a reaccionar, llevo al Real Madrid a salir con fe y adueñarse del balón. Bale desequilibró desde el inicio, siempre superior al marcaje de Luisinho.

 

Bale estuvo más generoso que nunca, consciente de la necesidad de goles de Cristiano. Lo buscó siempre que desbordó con su elegante carrera. Dos amagos de Cristiano y zurdazo al travesaño. Era el minuto 12 y el Real Madrid comenzaba a mostrar su pegada. Seis minutos después fue Bale el que vio cómo su potente disparo lo repelía de nuevo la madera. Con poco el Deportivo se tambaleaba.

 

Se mascaba el gol, con Benzema rondándolo sin acierto, rematando contra Laure con todo a favor y en la siguiente jugada a Lopo. Al tercer intento buscó asistir a Cristiano que en boca de gol no llegó por milímetros y vio como el balón caía a Isco que ya había desenfundado el arma de francotirador para ajustar su mirilla. Control de balón, cuerpo colocado para ajustar su disparo al poste contrario y golazo.

 

Esa superioridad inicial no la plasmó en ocasiones un Real Madrid falto de autoestima. Provoca que con poco el rival pueda dañarle. Y lo sintió el Deportivo, que había salido a aguantar el chaparrón y de golpe se vio con licencia para tocar en zona de peligro. No lo pensó y chutó. Lo intentó Oriol Riera, desviado. Cuenca inventó una pared con Lucas Pérez que acabó con un disparo que sacó bien Casillas. Cavaleiro y Cuenca buscaban las cosquillas a Marcelo y Arbeloa, y de un rechace en la frontal del área, Borges buscó la escuadra y provocó el enfado de la grada con sus jugadores.

OBO