Dos cisnes blancos de plástico en tamaño real y un par de soldados de la guardia real inglesa hechos de madera y sin cabeza, adornan la fachada del Museo del Juguete Antiguo México (Mujam), que desde el 2006 guarda en su interior la colección de juguetes mexicanos más grande del mundo. Es allí, en el corazón de la colonia Doctores, donde su fundador, Roberto Shimizu, recuerda a sus 69 años: “Yo aquí viví desde niño; allá estaba la sala, la cocina, el baño, y por acá mi recámara”.

 

El también arquitecto señala a la derecha y a la izquierda con el dedo índice mientras se encamina hacía la nueva sala que el museo abrirá en unos días, y que estará dedicada al deporte más popular del país: la lucha libre.

 

Shimizu acomoda sus pequeños y ovalados anteojos mientras rememora que su familia llegó a la Doctores hace más de 80 años. “Mis padres llegaron de Japón en 1939 a la ciudad de México, donde abrieron una papelería que se llamaba ‘La Primavera’. Tenía yo 10 años y desde entonces comencé a guardar cosas”.

 

Don Roberto cruza sus piernas para después descansar sus manos entrelazadas sobre su rodilla izquierda: “Guardé las cosas que me hacían feliz. ¿Y qué representan esas cosas? Pues el México de la Época de Oro, autosuficiente en todo: zapatos, ropa, comida. Y sobre todo en cultura”.
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—¿Cómo nació el Mujam?

 

—De niño guardé miles de cosas y la colección se hizo de millones de piezas. Sólo el 10% está exhibido. La decisión de crear el museo vino en alguna ocasión que enfermé, porque pensé: ¿Y si me pasa algo? ¿Y si me muero? Todo se lo va a llevar el tren, va a acabar en una venta de garage o en un tianguis. El Mujam nació para que mis hijos cuidaran esto como un patrimonio de México que nadie guardó.

 

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