La promesa era que iba a volver antes de Navidad. Ingleses y alemanes se alistaban en agosto de 1914 para la Gran Guerra. El asesinato del archiduque Francisco Fernando fue el pretexto perfecto para desencadenar el conflicto entre estados europeos que se extendió por cuatro años.

 

En tan sólo cuatro meses la guerra se había estancado. No había avances, aparecieron las trincheras y el conflicto se convirtió en una tensa calma interrumpida eventualmente por ataques aéreos.

Trincheras

Caminatas interminables, los hoyos lodosos llenos de ratas eran los lugares donde alemanes, franceses y británicos libraban una lucha contra las infecciones más que contra ellos.

 

En las cartas de los soldados están los detalles que sirven para entender mejor el horror de la guerra.

 

“Oh Señor, si alguna vez alguien tuvo miedo, absolutamente aterrorizado, a la muerte, ese alguien era el muchacho que yo soy. He perdido prácticamente todo el patriotismo que me quedaba.  Todo el mundo está totalmente harto y a nadie le importa un rábano. Lo único que cada uno quiere es acabar con esto e irse a casa. Ésta es honestamente toda la verdad”, escribió un soldado inglés.

 

Noche de paz

El conflicto increíblemente inició con tal optimismo de ambos bandos que a sus tropas les prometieron que estarían de regreso en su casa para Navidad.

 

“En verdad creí que sucedería. Aun cuando comencé a cavar pensé: en cualquier momento nos detienen y volvemos a casa.

 

Cada vez es más evidente que esto será largo, y pensar que hace unos meses todo esto era emocionante”, escribió  un cabo británico.

 

La idea de cocinar a las ratas que cazaban dentro de las trincheras y servirlas como cena de Noche Buena rondó por la mente de los soldados.

 

En la víspera del 25 de diciembre, la situación se distendía, los rumores de una tregua negociada se esparcían de ambos lados, la calma se hacía presente, los chistes y las bromas se escuchaban en las dos trincheras.

Cigarros

 

Aún cuando intercambiaban insultos, se escuchaban las risas de ambos bandos.

 

De la nada, los alemanes comenzaron a cantar villancicos, los ingleses salieron de sus trincheras con la ayuda de los alemanes para no pisar las minas.

 

Para el 24 de diciembre, en  la frontera entre Bélgica y Francia los soldados compartieron algunas provisiones, cigarros y algo de alcohol.

 

Para cerrar con broce de oro aquella noche, alguien sacó un balón  e inició la única guerra justa que existe: un partido de futbol.

 

La mayoría de los testimonios dice que Alemania ganó 3-2, pero otros dicen que no fue tanto un juego, sino solo patear el balón sin más sentido que olvidares de bombas, trincheras y balas; eran más de 50 jugadores por bando.