MONTERREY. Nadie tiene más rayas que Ricardo Ferretti en Tigres, ni en el futbol mexicano. El Tuca dio una clase de futbol al Turco en el Volcán, le maniató y venció, sí, por la mínima diferencia, pero es al final la especialidad del Tuca, ganar como sea, para encaminar a sus felinos a la cuarta corona de su historia, y, de paso, también la cuarta en la colección del timonel brasileño.

 

Con el garrote al hombro y el cuchillo entre los dientes. No podía ser de otra forma la ida de esta final si en los banquillos los hombres de la tableta se llaman Ricardo Ferretti y Antonio Mohamed, resultado: un duelo trabado, de fajadores en el medio campo a la espera de la debilidad del contrario.

 

Y vaya que América lo tuvo en el lateral derecho, donde Ventura Alarado padeció toda la noche con las incursiones de Damián Álvarez. El equipo de Ferretti fue el mandón, el que controló el esférico, tampoco es que se hubiera vuelto loco al frente, pero con el peso específico de Guerrón y Damián le bastó para mantener preocupada la a zaga americanista.

 

Las Águilas buscaron en el cambio de ritmo la jugada que desequilibrara, un contragolpe matón, pero la zaga felina estuvo a la altura, sobre todo con las cobertura de Rivas, pero sobre todo en un medio campo copado con Egidio Arévalo, un verdadero tapón en el centro del campo, suficiente para complicar las limitadas salidas americanistas.

 

De ahí que para el aficionado común la ida de la final resultara un duelo aguado, no así para los aficionados tigres y emplumados que pegados al asiento sufrieron durante 90 minutos.

 

En los banquillos, Ferretti, viejo lobo, impávido, sin expresar el mayor problema, más ocupado en tomar las notas para fortalecer su equipo, en el banco contrario, el rosario situado en la cabecera del asiento junto a Mohamed lo decía todo. Este América juega así, al filo de la navaja, y así recibió la estocada que manda a Tigres al Azteca con la ventaja de cara al título.

 

No hay nada peor, lo saben los técnicos del futbol mexicano, que irse abajo en el marcador ante los equipos del Tuca, un hombre experimentado, porque si el Turco ha aprendido a ganar con este sistema a ultranza defensivo, Ferretti hace un tiempo que obtuvo su maestría en eso de dominar tiempos, rivales, marcadores para maniatar a sus adversarios.

 

Por eso el gol local en el segundo lapso fue en medio de ese adormilamiento, gracias, a quién más, a un centro de Damián, que por enésima vez se llevó a Ventura Alvarado, para que Guerrón  cabeceara lejos de Moisés Muñoz (1-0). Sólo Mohamed sabrá si separar a Paul Aguilar no fue un precio demasiado caro qué pagar, mientras tanto, el Tuca se relame el bigote, pues a rayas nadie en México le gana.

 

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Foto: EFE