MÓNACO. La competencia de deportes nuevos bien aceptados por los jóvenes, el temor de los países europeos a emprender la aventura económica de acoger unos Juegos Olímpicos y el deseo de hacer del olimpismo un referente social ayudan a entender los cambios adoptados esta semana por el COI en las 127 Sesión que concluyó el martes en Mónaco.

 

Thomas Bach, presidente del COI sólo quince meses, ha tenido tiempo suficiente de entender que el concepto de sostenibilidad que rige las relaciones políticas y económicas del siglo XXI le viene como anillo al dedo a los Juegos Olímpicos. Las ciudades, sobre todo las europeas, han elegido no buscar ser sedes a costa de lo que sea y convertirse en virtuales rehenes del COI.

 

Las 40 reformas aprobadas en Mónaco van todas en la dirección de conseguir unos Juegos más baratos, nada agresivos con la ciudad sede, poco contaminantes, con un legado plenamente aprovechable… sostenibles, en suma.

 

Y con respecto a los deportes, el olimpismo quiere abrirse a opciones para los más jóvenes al ver con sorpresa los llenos en los estadios de ciclismo BMX y al admitir con algo de olímpica humildad que los X Games (juegos de deportes extremos) les están comiendo terreno en espectadores y patrocinadores, y resultan muy atractivos para las televisoras.

 

Un elemento acelerador ha sido que solo dos ciudades (Beijing y Almaty) se interesaron en los Juegos de invierno de 2022. Y, sobre todo, la retirada a última hora de Oslo, ante la negativa del gobierno noruego a apoyarlo económicamente.