BARCELONA. En el Alto Penedés, en Castellet i la Gornal, se encuentra Emendis, bodega ya con presencia en México que mantiene un concepto de familia en su estructura operativa, pero sobre todo un marcado enlace a la tierra como fuente de una identidad.

Jordi Ventosa, director comercial de la firma, advierte que este proyecto es un reconocimiento a la constancia y a la historia de estas tierras labradas, generación tras generación, bajo un mismo concepto: el trabajo en la finca.

La moderna tecnología, en sintonía con el oficio ancestral y un inmueble que guarda el señorío y la fortaleza de los buenos recintos del cava del Penedés, son esencia de esta propuesta que representa el esfuerzo compartido de dos familias emprendedoras que fundamentan su labor en una minuciosa labor de campo, bajo la dirección del enólogo Lluis Raventós.

La cultura del reciclaje y el aprovechamiento de materiales pesados están también presentes. La impresionante bodega en forma de arco, con 10 metros de profundidad, se hizo con la estructura de hormigón de uno de los túneles del tren AVE Madrid-Barcelona.

“Emendis, la primera mujer que vivió en nuestra finca, es fuente de inspiración. Un nombre cargado de historia que reúne los valores del trabajo bien hecho: tradición, modernidad, elegancia y el sexto sentido que sólo tienen las mujeres”, dice Salvador Vallès Rull, socio fundador de la bodega.

De igual modo, la diversidad de cepas autóctonas marcan el espectro de producción de esta empresa asentada en 60 ha y distribuidas en tres fincas, una de las cuales, Puigmontó, tiene referencias históricas desde 1186. Más de 12 variedades de uvas, entre autóctonas, nobles internacionales y experimentales, como Monastrell, Marselan y Muscat de grano pequeño, comprenden la esencia de sus vinos, destacando desde luego las nativas Xarel-lo, Parellada y Macabeo, base de sus excepcionales cavas Brut, Brut Nature y Brut Nature Reserva; y siendo la Trepat sustento del cava Rosado.

Joan Huguet es uno de los propietarios de Can Feixes, cuya historia se remonta a los 1400, y que por las vías hereditarias pasó a manos de la familia Huguet a inicios del siglo pasado. Por largas épocas, la finca fue sinónimo de excelentes uvas. La fama continúa, sumándose la de impecables productores de vinos y cavas. Después de un largo proceso de afianzamiento, con el impacto de los acontecimientos políticos y sociales, en 1984 salió la primera etiqueta de Can Feixes, símbolo de una empresa que hoy, en manos de la generación de la cual forma parte Joan, Josep María y Xavier Huguet, es también emblema de arraigo, con sello de familia.

Feixes significa terraplén, terraza, denominación nada alejada de la realidad de esta propiedad de 335 ha, pegada al macizo de la sierra, muy cerca de la población de Cabrera d’ Anoia. Sólo un factor igual en el caso de la familia Huguet su respeto y orgullo por el terruño; eso es su pasión por el arte, la cultura y la historia. Los magníficos esgrafiados de las fachadas y las pinturas realizadas del artista Ferrán Serra i Sala; así como el ilustrativo salón histórico en torno al vino, hablan de ese carácter distintivo.

“La explotación se mantiene en un estricto régimen familiar responsabilizado en un uso productivo de la tierra compatible con sus funciones ecológicas. Se tiene en consideración la protección del entorno como un elemento integrante del producto de calidad. La fisonomía de empresa refleja el espíritu del Château tradicional, conscientes de que la cuidada elaboración necesaria para mantener una gran calidad limita el crecimiento comercial”, refiere Joan.

Emendis y Can Feixes son expresión de una vitivinicultura que expresamente da una vuelta a los orígenes, manifiesto de un oficio que en tiempos de reconsideraciones económicas reiteran el apego a la tierra, a las raíces; son lenguaje de una Cataluña enérgica, aún más emprendedora que nunca, de fastuosa y declarada identidad.