Raúl Jiménez no soportó el dolor de dejar a la familia, de separarse de los seres queridos. La despedida fue con lágrimas y con abrazos. No le importó que decenas de medios de comunicación y aficionados lo observaran, que siguieran de cerca sus pasos. Fue el adiós del atacante de la selección mexicana antes de trasladarse a España, donde se le espera con ansias para incorporarse con el Atlético de Madrid.

 

El caos reinó en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México. Personal de seguridad del inmueble impidió que la prensa se acercara al futbolista, pero dejó que algunas personas se tomaran la foto del recuerdo, el autógrafo que actualmente se cotiza más que cuando vestía la casaca de las Águilas del América.

 

“Me voy muy agradecido, muy agradecido”, alcanzó a mencionar antes de que ingresar a la sala de abordar, entre empujones de los que deben de poner el orden.

 

No fue sencillo para Raúl dejar el Nido, no sólo por la familia, también porque tuvo que renunciar a una parte de su porcentaje para dejar al cuadro de Coapa, sólo así se llegó a un acuerdo para que pueda cumplir su sueño de trascender en el viejo continente.

 

Las negociaciones no fueron sencillas, el estira y afloja duró horas que seguramente parecieron semanas para el futbolista, pero al final se llegó al tan ansiado acuerdo, que le permitió finiquitar la transferencia.

 

Ya dio el primer paso, ahora sólo resta que mantenga ese nivel futbolístico que le permitió llegar a la Copa del Mundo y empezar a escribir su propia historia.