BAGAD. Aislado y desacreditado por la humillante derrota militar, el primer ministro saliente de Irak, Nuri al Maliki, que rechaza ser reemplazado al frente del gobierno iraquí, pidió a las Fuerzas Armadas que se mantengan al margen de la crisis política y que no intervengan.

 
Las Fuerzas Armadas deben “mantenerse al margen de la crisis política y continuar con sus tareas militares y de seguridad para defender el país”, indicó en un comunicado Al Maliki, que sigue al frente de las fuerzas militares y de seguridad hasta que su sucesor, Haidar al Abadi, asuma la jefatura del gobierno.

 

El representante especial de la ONU en Bagdad, Nickolay Mladenov, había advertido contra toda injerencia de las tropas iraquíes en la transición política, después de que el presidente del país, Fuad Masum, encomendara a Al Abadi la formación de un nuevo gobierno.

 

Al Maliki, cuya coalición ganó las elecciones de abril, aspiraba a un tercer mandato como jefe del Ejecutivo, y consideró que esa nominación constituía una “violación a la Constitución” apoyada, según él, por Estados Unidos.

 

Tanto Estados Unidos como Irán dejaron de lado a su tradicional aliado Al Maliki, al que sus detractores acusan de haber alimentado la ofensiva yihadista en el país con su política de exclusión de los sunitas y su autoritarismo.

 

 

Ayer, el nuevo primer ministro, Al Abadi, pidió a los iraquíes “unir sus fuerzas para hacer frente a la amenaza del terrorismo” y señaló esa como su prioridad. Así mismo, llamó a las Fuerzas Armadas, la Policía, los voluntarios y los clanes aliados a defender la patria y felicitó a los que han luchado por los “sacrificios” que han hecho para proteger la unidad y la seguridad de los iraquíes, según un comunicado de su oficina

 

Se intensifican los combates

Al menos 80 combatientes del Estado Islámico para Irak o Siria (ISIS, por sus siglas en inglés) murieron en ataques de la aviación iraquí contra “importantes” posiciones yihadistas al sur y al oeste de Mosul, en el norte de Irak, dijo el jefe de seguridad de la provincia de Ninive, Mohamed al Bayati.

 

El bombardeo con más víctimas tuvo lugar en la localidad de Sinjar, a 90 kilómetros al oeste de Mosul, donde fueron atacadas la sede del Partido Democrático del Kurdistán (PDK), tomada por los radicales, y un convoy de los yihadistas en el Monte Sinjar, lo que provocó al menos 73 muertos. En uno de los vehículos del convoy, viajaba un destacado líder de la organización.

 

Los ataques dejaron también gran número de heridos entre las filas yihadistas y causaron daños materiales en vehículos y armamento.

 

Al Bayati añadió que dos misiles de las Fuerzas Aéreas iraquíes atacaron una posición del ISIS en la zona de Al Kaiara, a 50 kilómetros al sur de Mosul, lo que provocó la muerte unos ocho yihadistas, entre ellos un dirigente radical.