BAGDAD/ERBIL. En medio de la ofensiva yihadista del Estado Islámico (EI) en el norte de Irak y de una polarización política sin precedentes, el presidente del país, Fuad Masum, encargó la formación de gobierno a Al Abadi, hasta ahora vicepresidente del Parlamento.

 

En el acto participaron algunos de los principales líderes políticos del país, como el presidente del Parlamento, el suní Selim al Yaburi, o el jefe de la mayor coalición chií, la Alianza Nacional, Ibrahim al Yaafari, que postuló al primer ministro designado.

 

 

“La seguridad de Irak está en sus manos. Los asuntos deben volver a su cauce normal”, dijo el presidente a Al Abadi tras encomendarle su misión.

 

 

Sin embargo, sobre el futuro más próximo de Al Abadi se ciernen diferentes amenazas.

 

La primera es saber cuál será la reacción de Al Maliki a su sustitución por Al Abadi -quien, por cierto, es miembro de su mismo partido, Dawa-, después de que el domingo, en un discurso insistiera en que su intención era proseguir un tercer mandato y que anunciara que va a demandar al presidente por violar la Constitución.

 

Desde el lunes, las fuerzas de seguridad se han desplegado en los puntos neurálgicos de Bagdad, pese a que la situación permanece tranquila.

 

En segundo lugar, Al Abadi deberá conseguir formar un gobierno que respalde el Parlamento en un plazo de 30 días, algo que no está ni mucho menos asegurado teniendo en cuenta la volatilidad de las alianzas y el cambiante entorno político.

 

Y, por último, tendrá que hacer frente desde el primer minuto a la ofensiva yihadista del Estado Islámico (EI) en el norte de Irak, que ha conseguido dejar buena parte del país fuera del control del gobierno central.

 

Existen dudas fundadas sobre si finalmente Al Abadi podrá llegar a gobernar, como las que expresó a la Agencia EFE un vocero de los “peshmergas” (tropas kurdas) en una entrevista en Erbil.

 

“Los cambios (en el gobierno iraquí) no están claros. Se ha elegido al nuevo primer ministro, pero no está claro que Al Maliki le vaya a dejar su puesto”, consideró Helgurd Hikmet Mela Ali, director de la oficina de medios del Ministerio de “Peshmergas”.

 

Pese a ello, Ali matizó que a los kurdos no les preocupa la persona que ostente el cargo, sino “si esa persona va a respetar la Constitución y no a seguir sus propios intereses”.

 

Washington y Bruselas aplaudieron de inmediato el nombramiento del nuevo primer ministro en lugar de Al Maliki, a quien acusan de dividir el país y alienar a la minoría suní.

 

Incluso Irán, tradicional aliado de Al Maliki, se había distanciado en las últimas fechas de su antaño estrecho colaborador.

 

Al Abadi ha tenido una presencia prominente en la política iraquí en la última década, y su nombre ya sonó como posible relevo de Al Maliki en 2010.