Ayer recibí algunos comentarios de lectores relacionados con el sector financiero cuestionando el título de la columna (“La sorpresiva decisión de Banxico”) y en particular el término “sorpresivo” que usé.

No quiero caer en un juego de palabras, pero algunos de los comentarios que cuestionan la ‘sorpresa’ que generó la decisión de la Junta de Gobierno del Banco de México de reducir la tasa de referencia en 50 puntos base el viernes pasado, francamente me sorprendieron.

Si revisamos lo publicado por la prensa al día siguiente -el sábado- sobre el asunto, vemos que prácticamente todos los medios destacaron que esta decisión del banco central fue sorpresiva. Los propios reportes que elaboran las áreas de análisis de los principales bancos y casas de bolsa así lo manifestaron ese mismo día, como también lo refleja la más reciente encuesta sobre pronósticos de política monetaria que publica Banamex. Todos estos documentos apuntan a que la medida que adoptó el banco central fue sorpresiva; que no era esperada por el mercado.

Ayer le decíamos que una revisión atenta de las últimas minutas de las decisiones de política monetaria de la Junta de Gobierno, así como de los textos de las decisiones de política monetaria, indicaban que esta decisión fue sorpresiva porque en estos documentos recientes no hay rastros de que la Junta de Gobierno podría adoptar una medida de esta naturaleza.

Sin embargo, si bien la decisión de reducir la tasa de 3.5% a 3.0% tomada el jueves 5 de junio por la Junta fue sorpresiva por la ausencia de antecedentes sobre el giro de la decisión, los comentarios de los lectores con el que inicié este texto -y que cuestionaron el término ‘sorpresivo’ de la columna- más bien se enfocan a la sospecha de que esta decisión pudo haberse filtrado, desde el banco central, a algunos agentes del mercado.

Hubiera dejado pasar estos comentarios que recibí, si no fuera porque no es la primera ocasión que los escucho, y porque la decisión dada a conocer el viernes pasado por Banxico es de suma trascendencia.

Ya el 8 de marzo de 2013, cuando la Junta de Gobierno decidió recortar la tasa de referencia en 50 puntos base de 4.50% a 4.0%, corrieron comentariossimilares a los que recibí ayer, entre algunos responsables de las mesas de dinero bancarias. En aquel entonces se comentó que un banco del país conoció con anticipación la decisión pública de la Junta y, con ello, su tesorería habría obtenido importantes ganancias.

Ahora el comentario se repite y las preguntas no son ociosas cuando se trata de construir confianza en las instituciones y en sus reglas de operación. ¿Acaso es posible que decisiones de la Junta de Gobierno, como la del jueves pasado, se filtren a jugadores privilegiados del mercado antes que se den a conocer públicamente al día siguiente?

¿Qué mecanismos tiene la propia Junta de Gobierno del banco central para blindar la información que toman sus miembros?

El asunto es sumamente delicado y requiere respuestas contundentes porque en ella va la confianza en una institución de la importancia del banco central.

Ni más, ni menos.