Hay abusos hacia los consumidores que ocurren a la vista y paciencia de las autoridades y de los reguladores financieros sin ninguna consecuencia aparente para los prestadores de servicios.
El martes pasado pude constatar personalmente uno de estos abusos que se dan en el mercado de los servicios financieros en el país, particularmente en el mercado de las casas de cambio.
Resulta que este martes las sucursales de BBVA Bancomer en la Ciudad de México vendían un Euro a 17.97 pesos al filo de las 13:00 horas. A esa hora compré algunos euros para emprender un viaje que ahora mismo estoy realizando.
Sin embargo, a las 18:30 horas de ese día los mismos euros se vendían en las casas de cambio que operan en la Terminal 2 del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, a 19.10 pesos. Si ya el incremento en la paridad para un solo día era una barbaridad (6.28% de aumento en el precio en menos de seis horas), lo que francamente me dejó sorprendido es que todas las casas de cambio que operaban a esa hora en la terminal aeroportuaria se habían uniformado al mismo precio.
Necesitado de los euros en cuestión y con la curiosidad encima le pregunté a una cambista de CIBanco -que es el mayor operador de cambios en el aeropuerto- si la paridad peso-euro había sido más o menos la misma a lo largo del día. “Sí, unos centavos menos, pero sí. Es que en el aeropuerto tenemos un tipo de cambio distinto”, me dijo con aires de autosuficiencia.
Interesante. En el mercado de cambios del aeropuerto la paridad peso/euro tiene una diferencia de ¡más de 6%! respecto del resto de la ciudad y, allí -al parecer- ¡todas las casas de cambio negocian al mismo precio! como si fueran una sola entidad financiera.
Más allá de la volatilidad natural del mercado de divisas me pregunté si acaso puede existir tanta diferencia de precio en el mercado cambiario local entre una sucursal de BBVA Bancomer o una de CIBanco en la ciudad y la otra en el aeropuerto.
Le doy un dato más que confirma mi sospecha de que hay abuso en contra de los consumidores del mercado cambiario en el aeropuerto. Ayer miércoles, a la apertura, el euro se vendió en las sucursales de BBVA Bancomer, Banamex y CIBanco, a un precio menor que el día anterior; es decir, por debajo de 17.97 pesos por euro. ¿De dónde salió, entonces, el precio de 19.10 pesos por euro?
Pero la problemática va más allá. ¿Acaso las pocas operadoras cambiarias se ponen de acuerdo para que, independientemente de la oferta y demanda o del precio internacional de las divisas, fijen un precio o un rango de precios elevados que les genere un elevado margen? ¿Acaso hay colusión entre las casas de cambio que operan en la Terminal 2 del aeropuerto de la Ciudad de México?
Si es así, de nada sirve el número de “competidores” en un mercado si éstos acuerdan no competir en precio, en perjuicio de los consumidores.
Ya hace tiempo le había relatado un caso similar de operación cuasimonopólica en el mercado cambiario y de cajeros automáticos del Aeropuerto Internacional de Cancún, en donde el cliente no tenía más opción que elegir entre uno o dos oferentes de servicios a precios elevados. Entiendo que esa situación ya cambió aunque no la he constatado.
Pero es allí, en estos casos, donde las autoridades de competencia económica y de los servicios de los mercados financieros tienen que actuar si queremos realmente una economía con mercados competidos que incidan en precios favorables a los consumidores y en la calidad de los servicios y productos que ofrecen.
De lo contrario, los consumidores seguirán pagando los altos costos de los abusos y la colusión de oferentes; pero también de la simulación de las autoridades.